El caso Sloane (***): Tigresa legal
Chastain dignifica su causa por encima de un guión –una de juicios con vuelco final- cuyas carencias nos parecerían más graves con una actriz menos interesante
A Jessica Chastain la descubrimos flotando tan etérea, tan intensa, en «El árbol de la vida» que todavía nos estamos recuperando. Aquí su flamígera cabellera sigue enmarcando un rostro ideal para el drama (no tanto, parece, para la comedia) si bien este personaje no está hecho para ganarse nuestras simpatías. Miss Sloane es una lobbyista, uno de esos conseguidores típicos del mundo estadounidense que hacen que nuestra forma de hacer política nos parezca más transparente (ja). El caso es que nada más empezar da un giro imprevisto, renuncia a un cliente poderoso, la temible asociación del rifle NRA, y se pasa al otro lado para unirse a un bufete, casi una ONG, que se enfrenta a los de las pistolas.
Todo esto nos parece más noble aquí que a la mitad de los ciudadanos americanos, pero no es ese el tema de la película. Sloane, famosa por su dominio de la manipulación, por adelantarse siempre al político al que tiene que doblegar, se trae esas buenas malas prácticas a su nueva y noble causa. Chastain la viste de forma tan impecable como su conducta es implacable, al trote con sus tacones de vértigo, sin una fisura que delate… su profunda soledad y falta de empatía con los seres humanos que la rodean y esto se nota más cuando no son unos tiburones legales sino personas digamos más idealistas. Chastain dignifica su causa por encima de un guión –una de juicios con vuelco final- cuyas carencias nos parecerían más graves con una actriz menos interesante.
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