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Los Brincos: «Ya no existen las canciones del verano»

La mítica banda formada en los años '60 tocará todos sus clásicos este viernes en la sala Galileo Galilei

Nacho Serrano

Decir Los Brincos es decir música con mayúsculas, es decir elegancia, ternura, virtuosismo y nostalgia. Desde que se fundó en 1964 en Madrid, la banda ha sobrevivido al paso del tiempo reencarnándose en diferentes formaciones que siempre han llevado el legado original por bandera. La última de ellas, liderada por Miguel Morales (quien entró en el grupo en 1968), actuará este viernes 3 de agosto en la sala Galileo Galilei (21h., 12 euros, entradas aquí ) para recordar, una vez más, todas aquellas tonadas que forjaron la leyenda. Nos lo cuenta el propio Miguel por teléfono, mientras su furgoneta de gira surca las carreteras de la piel de toro.

¿Qué se va a encontrar el público este viernes?

Un repaso del maravilloso repertorio que tenemos, empezando por los temas de la primera época, como «Sorbito de champán», «Sola», «Mejor», «Tú me dijiste adiós», mezclados con «Lola», «El pasaporte» y otras algo más tardías. El público se lo va a pasar muy bien, porque siempre acaba cantando con nosotros. «Sorbito» y «Lola» se la cantan de cabo a rabo, y nosotros casi tenemos que dejarles cantar solos (risas). Además en Galileo siempre hay buen ambiente, y buen sonido, porque es muy importante para nosotros poder confiar en un buen técnico. Me llevaré a mihermano Ricky, y si no le da vergüenza lo subiré al escenario. Va a haber un ambiente muy bonito.

¿Cuándo se dio cuenta de que esas canciones seguirían siendo tan queridas más de medio siglo después?

Cuando tenía catorce años y escuchaba a mi hermano y a los demás ensayar en mi casa, aquellas armonías delataban que estaban construyendo algo muy grande. Luego, cuando conquistaron al público español y salían en la televisión todos los días, tuve clarísimo que la cosa iba a ser enorme. Pegaron muchísimo porque hicieron un buen trabajo, escribieron buenos temas, y eso se ha reconocido en todas partes. Fue un grupo pionero, se les llamó los Beatles españoles, y de hecho marcaron la diferencia al componer sus propios temas, y no hacer versiones que era lo que hacía todo el mundo en ese momento.

Cuando Los Brincos se hicieron populares, el término «canción del verano» era sinónimo de calidad. ¿Qué le parece cómo ha evolucionado esa tradición, por llamarla de alguna manera?

Yo creo que ya no existen canciones del verano tal y como las entendíamos en los años sesenta. Antes era algo fundamental para los grupos. Las compañías estaban obsesionadas con conseguir la canción del verano. Nosotros tuvimos la suerte de conseguirlo con «Lola», cuando yo estaba de guitarra solista con Juan & Junior, que se habían separado el año anterior. Juan bromeaba con esa canción, porque estaba todavía un poco picado con Fernando Arbex, y la llamaba la «canción de leche».

¿La gente joven de ahora aprecia más la música de los sesenta, que la de hace diez o quince años?

Yo estoy trabajando con músicos muy buenos, que salen de gira con Raphael, con Jose Luis Perales y demás, y tienen mucho respeto por los músicos de los años sesenta. En realidad, la Movida no empezó en los años ochenta. La verdadera Movida empezó en los sesenta, ahí se dio el paso clave en la música pop y rock española. Cuando tocamos las canciones de aquella época, en el público puedes ver las lágrimas en los ojos, por todas las vivencias que han compartido con esas canciones. Pero en todo este tiempo, las discográficas han desaparecido prácticamente y no hay mucho apoyo a la reivindicación de este legado.

Un buen apoyo sería hacer un documental serio sobre Los Brincos. ¿No le debe la historia eso al grupo?

Yo creo que sí. Manolo tenía una idea parecida, de hacer un programa con entrevistas a gente involucrada en la historia de Los Brincos. Pero claro, algunos han desaparecido tristemente... Si nos lo pensamos más no nos dará tiempo a salir ni a nosotros (risas). La historia es increíble, cómo se conocieron mi cuñada Marieta y Junior, cómo Fernando le hacía canciones a Marieta y a Marisol... tanto Fernando, Juan Pardo y el resto de elementos que estuvimos ahí escribimos una historia de juventud muy bonita que merece ser contada.

¿Sigue manteniendo el interés por descubrir nuevas bandas jóvenes?

Yo sí, me gusta estar en la onda. Por ejemplo, puedo recomendar un grupo sueco que se llama Dirty Loops, que son unos verdaderos maestros. El bajista toca con siete u ocho cuerdas, haciendo arpegios y acordes increíbles, y el cantante tiene una tesitura que puede ir del cero al infinito. Buenísimos.

Ha mencionado lo mucho que salían Los Brincos en la tele. Ahora parece que hay debate sobre si ampliar o no la cuota de música española en televisión.

Claro, porque es que es una pena que no existan programas musicales de calidad. Hoy en día sólo hay cosas como Operación Triunfo o La Voz, que sólo se dedican a descubrir gente nueva. También debe haber espacio para los que ya han empezado, ¿no? Podríamos incluso ir nosotros y otras bandas de nuestra época, como los Mustang, Pekenikes, Sírex... Eso sería de agradecer, porque no todos han muerto.

¿Qué piensa de «la Rueda»?

Es una vergüenza, desde luego. Parece que vivimos en el país de los listillos, que barren siempre para su casa. Yo siempre he tenido otra filosofía con respecto a la música.

¿Tocarán más por ahí este verano?

Sí, en agosto vamos a actuar en Toro, Cartagena, Toledo, y hemos estado en León y otras ciudades. Estamos moviéndonos, gracias a Dios. La gente se acuerda de nosotros, y los ayuntamientos están echando una mano para acercarnos. Aparte de eso, yo el año pasado saqué un disco en solitario que se llama «De Corazón», y ahora tengo casi veinte temas preparados para grabar otro.

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