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Editorial ABC

Las urnas ratifican con fuerza al PP

Los ciudadanos han sido explícitos, el PP de Mariano Rajoy es el único partido que sube con fuerza desde el 20-D. No hay alternativa a que revalide su mandato en La Moncloa

EDITORIAL ABC

Las conclusiones inmediatas del resultado de las elecciones son claras: el único vencedor ha sido el PP. Ciudadanos y el PSOE tendrán que elegir la fórmula adecuada para facilitar un Gobierno popular: voto expreso a favor o abstención. Ni Pedro Sánchez ni Albert Rivera están en condiciones de objetar de nuevo el veredicto de las urnas. Los ciudadanos han sido muy explícitos, especialmente con Rivera. El PP ha recuperado mucho voto «prestado» a Ciudadanos y ha sumado otro nuevo, gracias a lo cual ayer pasó de los 123 escaños de 2015 a 137 -con casi el 33 por ciento de los votos y 625.000 apoyos más que el 20-D-, mientras el partido de Rivera retrocedía de 40 a 32. Entre ambos se puede formar una mayoría parlamentaria de 169 diputados, seis más que el pasado año, y superior a la que formaría el PSOE con Podemos (156). La izquierda ha fracasado claramente en su intento de formar un bloque mayoritario en el Congreso y en su lucha interna ha salido ganando el PSOE, que ha evitado verse superado por Unidos Podemos. La extrema izquierda de Pablo Iglesias ha sumado exactamente los mismos escaños que obtuvieron por separado Podemos e IU, 71.

De todas las estrategias puestas en marcha, solo la de los populares ha tenido éxito. El PSOE rompe su suelo electoral, abocándose a una crisis de tinte refundacional que exige revisar su papel en la España actual. De 90 escaños pierde 5, un resultado dramático para el PSOE. Ganar a Unidos Podemos solo es un consuelo endógeno, pero de cara a las necesidades del país aporta poco. Por su parte, Iglesias sufre una derrota que no esperaba, cegado por una arrogancia frente al PSOE para la que no tenía credenciales. Ni ha asaltado el cielo ni ha ganado a los socialistas. Mientras, Ciudadanos ha pagado dos errores de bulto: el pacto con el PSOE en la anterior y efímera legislatura y la obcecación de su líder contra Rajoy. Rivera no ha sabido decir para qué quería estar en la política española, más allá de repetir eslóganes regeneracionistas que ya sonaban de segunda mano. Sus votantes querían saber qué iba a hacer, y no fue transparente.

El claro vencedor es Mariano Rajoy, aunque debe interpretar con cautela los resultados porque carece de mayoría suficiente para acudir con garantías a la investidura. Esta vez, Rajoy debe asumir el reto de buscar apoyos o abstenciones desde el primer momento. Enfrente ya no tendrá al mismo PSOE ni al mismo Ciudadanos, sino a dos formaciones a las que ha derrotado con más margen en las urnas. Aun así, solo con sus 137 escaños no puede ser investido presidente, y este dato tan simple le fuerza a una dinámica negociadora que ahora sí es necesaria, y hasta urgente. Tomando el discurso de los contrincantes de Rajoy al pie de la letra, no es el candidato popular el que debe plantearse su dimisión, sino aquellos cuyas estrategias para derrotarlo han fracasado.

Por territorios, la victoria del PP es también muy significativa: recupera votos y gana claramente en la Comunidad Valenciana, Galicia, Andalucía, Madrid, Extremadura y Castilla-La Mancha. Mejora en Cataluña y Canarias, aguanta en País Vasco, Baleares, Cantabria y Asturias. Conserva feudos como Castilla y León y Murcia. Frena las mareas y los movimientos nacionalistas de izquierda, y se consolida como la opción de la estabilidad y la confianza en tiempos de crisis. El desafío separatista catalán seguirá topándose con un Estado firme.

Hoy comienza una etapa política que vuelve a poner en manos del PP y de Rajoy la responsabilidad de formar gobierno a través de pactos y transacciones con otros partidos. La corrupción le ha salido muy cara al PP y no debe olvidarlo. Muchas cosas tendrán que ser nuevas en la agenda diaria del PP. Sin mayoría absoluta, el nuevo Parlamento será hostil a Rajoy y sus proyectos de ley no dependerán solo de C’s. El futuro inmediato será complicado, pero no más que la legislatura que le espera si es nuevamente investido presidente del Gobierno. Desde ABC saludamos con legítima satisfacción el ver que nuestra posición editorial ante el voto ha sintonizado con la de la sociedad española. Tal y como recomendábamos desde esta misma página editorial, la ciudadanía ha optado por dar la victoria al partido constitucionalista que defiende con más solvencia a España frente al mayor riesgo que afrontaba: la posible llegada al poder de una coalición de extrema izquierda cocinada en las televisiones, que amenazaba con poner en jaque nuestras libertades democráticas y dañar muy seriamente nuestra economía.

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