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José María Carrascal

Trump

Donald Trump va a tener un problemazo, pues si favorece a la clase que le ha votado daña a la que pertenece, y a la inversa

José María Carrascal

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Puede gustar o no, pero que Donald Trump es el hombre del día o, tal vez, del año que empieza, es innegable. Lo que nos obliga a estar preparados. Sobre Trump se ha dicho todo, generalmente malo, pero sólo conocemos al Trump candidato, no al presidente, lo que cambia mucho cosas y personas, como hay abundantes ejemplos dentro y fuera de España. Así que vamos a hacer un esfuerzo de ecuanimidad para enumerar lo bueno y malo que puede ocurrirnos.

Por lo pronto, Trump advirtió a los dos grandes partidos de que no pueden seguir alejándose de sus votantes so pena de perderlos. Luego, supo leer mejor que ningún adversario el descontento de un ancho sector de la ciudadanía que iba de la clase media a la baja, blanca especialmente, el más castigado por la crisis económica. Tras el fin del «sueño americano» dentro de casa, llegó el fin del imperio americano en el mundo, pese a seguir siendo la primera potencia, pero retrocediendo en todos los frentes. Podría también incluirse que despertó a los europeos de su sueño de «paz universal y Estado de bienestar indefinido», que no se ajusta a la realidad. Aprovechó incluso los «ejemplos negativos», demostrando que se puede ser millonario sin pagar impuestos y cayendo varias veces en bancarrota. Le bastó mostrar tales iniquidades y prometer que volvería a hacer grande a América para ganar.

Pero ¿podrá gobernar? Lo tiene difícil. De entrada, tiene que vencer la enorme contradicción que supone ponerse de parte de los «olvidados» perteneciendo él a las élites. Trump va a tener un problemazo, incluso personal, en impuestos, inversiones, subvenciones y todo lo relacionado con Hacienda, pues si favorece a la clase que le ha votado daña a la que pertenece, y a la inversa. Aunque eso no es nada comparado con la promesa de repatriar los puestos de trabajo que han volado con la globalización, porque muchos de ellos los ocupan robots, mientras otros pueden generar una guerra comercial que no favorezca a EE.UU. Por no hablar de cómo encajar su aproximación a Moscú con el aumento de su arsenal nuclear, que puede desencadenar una carrera de megatones que no favorezca a nadie y amenace a todos. Aunque la contradicción más grave es su advertencia de cerrar fronteras. Este es un país de inmigrantes –el abuelo de Trump lo fue–, que ha crecido gracias a ellos, dispuestos a aceptar los trabajos más duros y peor pagados para que sus hijos pudieran vivir mejor que ellos. Y Trump quiere cortar ese flujo continuo de sangre y riqueza.

Como ven, Donald Trump lo tendrá mucho más difícil como presidente que como candidato. Y lo primero que tiene que aprender es que la política no son los negocios. En los negocios, se busca siempre lo mejor. En la política, hay que contentarse a menudo con lo menos malo. Una gran diferencia que requiere un duro aprendizaje. Esperemos que sepa rodearse de gentes más expertas que él.

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