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Editorial

Sánchez, oposición de la oposición

«Sin proyecto político por su anemia de escaños, el jefe del Ejecutivo está demoliendo todo su discurso previo a la moción de censura. Es más fácil criticar el PP que gobernar»

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El presidente del Gobierno, consciente de su grave debilidad parlamentaria (84 de 350 diputados), ha decidido convertirse en «oposición de oposición» en vez de dedicar su mandato a la labor que la democracia parlamentaria asigna al jefe del Ejecutivo, llevar las riendas del Gobierno y promover leyes que mejoren al país y a sus habitantes . Ayer, en su primera sesión de control en el Congreso, Pedro Sánchez vino a culpar al PP del problema territorial en Cataluña. Ni los golpistas, ni el nacionalismo sectario que ha creado la más grave crisis de convivencia que haya conocido Cataluña desde la Guerra Civil... Nada de eso. Para Sánchez el responsable de todo es el PP por su posición en contra del Estatuto que apañaron Zapatero y Mas y que finalmente fue declarado inscontitucional, en su parte mollar, por el TC. Ya apuntó en la víspera algo de esto en el Senado, donde además, y con el fin de agradar a los partidos que lo han llevado a La Moncloa, vino a sugerir la necesidad de volver al tiempo de ese Estatuto inconstitucional.

Ayer la ministra Batet dio más pistas: la intención del «Gobierno de los decretos» es recuperar los artículos que tumbó al TC a través de leyes orgánicas, hasta que –imaginamos– termine de hilvanar la confusa «nación de naciones», el «federalismo asimétrico» o cualquiera de las disparatadas ocurrencias que desde el zapaterismo ha alumbrado el socialismo. Ayer acusó al PP de alterar «la convivencia de los pueblos de España». Este concepto es nuevo. Ya se ha olvidado Sánchez de reformar la financiación autonómica, que tan urgente le parecía , lo que ha puesto de uñas a las regiones gobernadas por su partido . Por ahora, y al margen de los famosos gestos, el «Gobierno bonito» no es más que una enciclopedia de renuncias de todo aquello sobre lo que tan indignado pontificaba el PSOE desde la oposición. Ni derogación de la reforma laboral, ni ampliación del permiso de paternidad, ni nueva financiación autonómica... Más aún, parece encantado con unos presupuestos que denostaba por «antisociales».

Sánchez no ha tardado en demoler todo su discurso político previo a la moción de censura. De hecho, incluso se ha olvidado de promesas realizadas en la sesión de la que salió presidente . Anteayer anunció que no respetará su compromiso de convocar elecciones, registrado en el Diario de Sesiones, y que piensa agotar una legislatura en la que ni siquiera es diputado. Ha optado por el ruido y una acción política sentimentalista que le permita ir salvando el día a a día, por sobrevivir provocando mucho ruido en la sociedad con la memoria histórica, la inmigración y lo malo que es el PP. Convertirse en «oposición de la oposición» confirma que a día de hoy no está preparado ni tiene posibilidad de dedicarse a arreglar los problemas de los ciudadanos. Su mandato no es un proyecto para España, sino personal.

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