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Editorial ABC

El PSOE sigue partido en dos

Las diferencias que enfrentan a dirigentes y militantes de ambos bandos no se circunscriben a un mero problema de liderazgo, sino a cuestiones ideológicas básicas

ABC

La supuesta tregua que anunciaron Pedro Sánchez y Susana Díaz tras su pugna por hacerse con la secretaría general del PSOE en las primarias de mayo ha durado muy poco, si es que en algún momento se llevó a la práctica. El Congreso Regional que celebran los socialistas andaluces este fin de semana evidencia que el principal partido de la oposición sigue sumido en una profunda división interna, cuyo cierre está todavía lejos de resolverse, consolidándose así como un preocupante factor de inestabilidad e incertidumbre de cara a la gobernabilidad de España. Díaz ratificará hoy su absoluta hegemonía y control sobre el PSOE andaluz tras ser reelegida como secretaria general a principios de mes, de modo que dispondrá de carta blanca para diseñar una Ejecutiva regional a su imagen y semejanza, tal y como ha hecho Sánchez en la dirección federal. La configuración de cúpulas monolíticas en torno a uno y otro líder es una prueba inequívoca de la rivalidad fratricida que padecen los socialistas.

Sin embargo, las diferencias que enfrentan a dirigentes y militantes de ambos bandos no se circunscriben a un mero problema de liderazgo, sino a cuestiones ideológicas básicas, cuyo éxito o fracaso determinará el futuro político de esta formación. La primera disparidad es la que se refiere a la idea de España. Mientras que Sánchez abandera el carácter «plurinacional» del Estado que aprobó el Congreso Federal el pasado junio, los socialistas andaluces han excluido de forma expresa toda referencia en su Congreso Regional para, a cambio, insistir en la defensa de la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles, principios que sí están en el ADN del PSOE histórico. El segundo gran punto de disensión tiene que ver con el modelo territorial, ya que la actual dirección del PSOE aboga por una especie de federalismo asimétrico mediante el que privilegiar a ciertas regiones con el único fin de contentar a los nacionalistas, tal y como demuestra la negociación a la carta que pretende entablar Sánchez con los independentistas catalanes. Díaz, por el contrario, se apoya en la Declaración de Granada para avanzar hacia un sistema federal, pero simétrico, donde todas las autonomías sean tratadas igual..

Y todo ello sin olvidar la controversia que mantienen pedristas y susanistas en torno al juego de alianzas políticas que debería desarrollar el PSOE en su búsqueda por recuperar el poder, con el acercamiento o no a Podemos como eje fundamental de dicha estrategia. La actual crisis del PSOE hunde sus raíces en el nefasto revanchismo guerracivilista y el erróneo contubernio con los nacionalistas que instauró en su día Zapatero, pero el futuro del partido, hoy más dividido que nunca, dependerá de la deriva que adopte en los próximos años.

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