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Editorial ABC

Prohibido discrepar en el PSOE

De aquellos «barones críticos» que echaron a Pedro Sánchez para evitar la deriva extremista del partido ya no queda nada

Pedro Sánchez, junto a Cristina Narbona y Adriana Lastra, durante la reunión del Comité Federal EFE

ABC

El Comité Federal del PSOE entregó ayer el control del partido a Pedro Sánchez, como un acto de desistimiento de sus críticos y una victoria, sin paliativos, del poder del secretario general sobre las bases socialistas. Casualidad o no, el acto se celebró en la Casa del Gobernador, en Aranjuez. El nuevo PSOE es una coalición de su máximo dirigente con la militancia, movilizada con ese permanente espíritu de revancha de la izquierda socialista contra el Partido Popular, inoculado por Rodríguez Zapatero. De aquellos «barones críticos» que echaron a Pedro Sánchez para evitar la deriva extremista del partido ya no queda nada, porque han demostrado no ser mejores bazas que su secretario general como alternativas a liderar la izquierda constitucional que necesita España. No han dado un paso atrás, sino que Pedro Sánchez les ha pasado por encima. El nuevo reglamento del PSOE aprobado por el Comité Federal es una norma a la medida de su secretario general, quien asume el control de las primarias y, sobre todo, de las consultas a los militantes, algo que le es tan querido. Las direcciones territoriales estarán sometidas a la pinza de Ferraz y de las bases, vigilantes de que no haya desviaciones en la obediencia a la dirección nacional. El federalismo político, la desconcentración del poder, el respeto a la diversidad los reserva Pedro Sánchez para apaciguar a los nacionalistas, no para predicar con el ejemplo.

Es cierto que en esta segunda etapa como secretario general Pedro Sánchez ha cambiado su táctica -pero no su estrategia- reduciendo el lenguaje combativo contra Rajoy, aunque la crisis catalana no le hacía aconsejable perseverar en aquella actitud. Pero Cataluña acabará cediendo protagonismo en las prioridades del PSOE a medida que se acerque 2019, un año en el que se celebrarán elecciones europeas, municipales y autonómicas, salvo adelantos forzados por la disputa entre PP y Ciudadanos. Después de una etapa de crisis internas, los dirigentes del PSOE firman una tregua que pone al partido en estado de excepción electoral, con el que los barones antaño críticos, puestos en la encrucijada, quieren salvar su continuidad en el poder local que ocupan. La excepción del asturiano Javier Fernández confirma la regla.

Las encuestas de GAD3 para ABC mantienen al PSOE ligeramente por encima de sus resultados en 2015, en torno al 24 por ciento de los votos. Sánchez sabe que la política incendiaria de su etapa anterior es contraproducente en un momento en el que ha superado el riesgo del «sorpasso» por Podemos, pero empieza a resentirse de la fuga de voto hacia Ciudadanos. Por eso, este PSOE hará menos ruido para lograr más nueces, juramentándose en torno a Pedro Sánchez, porque no tiene otra opción mejor que ofrecer a la sociedad española.

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