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Ignacio Ruiz Quintano

El presupuesto

Cuando arrancó la Transición, la deuda española era del 7 por ciento del PIB. Hoy andamos por el 100; hemos fundido la tarjeta de crédito

Ignacio Ruiz-Quintano

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El Presupuesto es como la lista de la compra de una Nación, aunque aquí, la Nación, al no tener representación política, pinte poco . Hasta el Boletín Oficial es del Estado, cuando se supone que las leyes las hace la Nación, no Mariano.

Mariano es uno de esos estadistas sin alma que pueden hablar de las dificultades de un presupuesto sin derramar lágrimas. Cuando arrancó la Santa Transición, la deuda española era del 7 por ciento del PIB. Hoy andamos por el 100 , lo que supone que hemos fundido la visa. ¿En qué? Según Jeromín, el holandés que preside el Eurogrupo, « en copas y mujeres », sin lo cual no hay niños, y sin niños, tampoco hay pensiones. Además, el tontín de Jeromín no sabe que el gasto, según los antropólogos, libera soberanía: gastando, uno deja de ser esclavo y accede, en lo que dura el crédito, a la posición de señor. Como María Cospedal en el Pentágono, ofreciendo a Mattis subir los gastos de Defensa hasta el 2 por ciento comprometido. Quienes no tenemos soldados, ponemos leuros. Lo bueno de estar en la Otan es esta «redención en metálico». Francia no está y Macron promete la vuelta al servicio militar obligatorio . ¡De De Gaulle a Macron! Del militar nacionalista al maniquí socialdemócrata. «No soy ni de derechas ni de izquierdas», dice Macron. O sea, el «establishment», que, como su propio nombre indica, siempre es de derechas. «El chico de Rothschild», dice Marine Le Pen a Macron, como aquí Rosa Díez dice «El chico del Ibex» a Rivera. ¡De Franco a Rivera! A Rivera, otro maniquí, para ser Macron, sólo le faltó casarse con la señora Díez, generación y media mayor que él, como madame Trogneux.

Y mañana los ingleses, que eran contribuyentes netos, solicitarán la baja en ese Casino Alemán que es la UE dirigido por frau Merkel, pronto asistida por madame Trogneux. En resumen: más impuestos, pero a varias velocidades, con Donald Tusk de hombre del frac. El «síndrome del Mezzogiorno», lo llama la Friedrich Ebert.

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