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Pecados capitales

Pepe y Manolo

Los expresidentes se duelen de la muerte civil que Díaz les dictó

Manuel Chavesy José Antonio Griñán conversan este jueves tras un receso en la segunda jornada del juicio de la pieza política de los ERE EFE
Mayte Alcaraz

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José Antonio Griñán y Manuel Chaves se sientan desde ayer en el banquillo para responder por la corrupción sistémica de un régimen en Andalucía. Un macrojuicio a un sistema ilegal de ayudas urdido en la cúpula del socialismo andaluz. Probablemente consiga la plusmarca mundial en tiempo de instrucción: siete años; en número y categoría política de los procesados: más de veinte altos cargos, entre ellos dos presidentes autonómicos y una ministra; pero sobre todo por ser un proceso contra el inmenso y opaco poder que acumuló el PSOE en la única autonomía española que no ha conocido la alternancia política. Pero aunque no forme parte de la instrucción ni del relato público, el procedimiento judicial también ha obrado como una afilada cuchilla en las tripas del socialismo andaluz, donde las traiciones, los abandonos y las deslealtades han salpicado de sangre hermana los tomos de la causa.

En el socialismo andaluz de pata negra hay una indignación casi gritona contra la «condena en paralelo» que Susana Díaz ha dictado contra sus antecesores. Lo fechan en 2015 cuando, huérfana de mayoría absoluta y viendo peligrar su investidura, entregó la cabeza de sus dos antecesores a Albert Rivera para poder ser elegida sin esperar siquiera a que se abriera juicio oral, como exigía el código ético socialista. Ante un café, un socialista andaluz histórico me insiste en que la presidenta los mandó al ostracismo político para salvaguardar su imagen de lideresa capaz de arrebatar el poder a Pedro Sánchez y porque fue víctima de sus excesos contra dirigentes del PP que ni siquiera habían sido investigados.

A Pepe y Manolo, como los llama este amigo, les ha faltado calor político por parte de un partido al que han servido durante más de tres décadas. Sobre todo a Griñán, cuya situación personal es mucho más delicada que la de Chaves, puesto que él sí se enfrenta a cárcel y su horizonte judicial ha hecho mella en su salud. Díaz los ha defendido públicamente, recuerda, pero simultáneamente se persona como acusación en el macrojuicio. En el entorno de ambos reconocen que la presidenta ha intentado mantener contacto personal con los dos en almuerzos privados a los que últimamente no acudía Griñán. Pero solo en la intimidad porque durante cuatro largos años no pudo verse una sola imagen de la presidenta con los procesados hasta que en julio pasado, y animados por Alfonso Guerra, ambos acudieron al XIII Congreso del PSOE andaluz. Dice quien los conoce que lo hicieron por lealtad al partido y porque en su cultura política está siempre arrimar el hombro.

Ahora solo cabe esperar a lo que determine el juez en el proceso de corrupción más grave de nuestra democracia. Ferraz marcó ayer las consabidas distancias con Díaz y defendió a los exdirigentes. Ni Chaves ni Griñán forman parte ya del PSOE a pesar de que encarnan 22 años de Gobierno en Andalucía. La vieja guardia espera que si salen bien parados, Díaz halle argumentos para justificar la muerte civil de Pepe y Manolo.

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