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David Gistau

La otra mitad

A la otra mitad no se le puede pedir que compita en fanatismo con personas como Puigdemont, embriagadas de posteridad

David Gistau

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Con frecuencia escucho y leo reproches a la mitad no independentista de Cataluña por no haber salido, también ella, a tomar la calle y hacer coreografías militantes, mosaicos, cadenas humanas y, en definitiva, constituir una mancha fosforescente visible desde una estación espacial. Es verdad que ... alguna que otra prueba de vida más habría impedido a los oradores de la independencia apropiarse como lo han hecho de la totalidad catalana, de la ficción de un anhelo colectivo sin reticentes. Pero aun así encuentro comprensible esa desidia militante de la otra mitad, la que se mantiene apegada a sus rutinas a pesar de que a su alrededor cunde una excitación provocada por la promesa de hacer historia y de participar en algo más grande que uno mismo: Waco con coartadas patrióticas. No es fácil, además, y menos aún con la carencia de liderazgos solventes, que esa otra mitad compita con una maquinaria oficial de estímulos militantes que lo abarca todo, que todo lo penetra, y que pasa por la disposición de mucha gente a rendir la condición de ciudadano para asumir la de soldadesca. Hasta los cantautores se han dejado alienar y se arrogan funciones de vigilancia como las del comisario de escalera en el castrismo .

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