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La otra manada

Exigen más condena para «La Manada», pero libertad para la otra manada de Alsasua

Edurne Uriarte

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Aquí tenemos de nuevo ese descarado doble rasero moral y judicial que cierta izquierda aplica a la violencia. Con Pablo Iglesias lleno de «vergüenza y asco» por los nueve años de condena a los miembros de la llamada « Manada ». Le han parecido pocos, clama por una sentencia de violación y por los veintidós años correspondientes para estos «matones», que es como los califica. Y este es el mismo líder que apoyó hace menos de un mes una manifestación en Pamplona para pedir la absolución de otra manada y de otros matones.

Los de Alsasua no le han producido ni vergüenza ni asco. Tampoco le ha importado que en el caso de los matones de Alsasua conozcamos todas las pruebas o que la petición de la Fiscalía sea por delitos de terrorismo, como en este era por violación. Allí estaban los suyos, en la manifestación de apoyo a esa otra manada, exigiendo su vuelta a casa, que es lo que decían las pancartas. Porque aquello era, alegan, una pelea de bar. Y lo mismo les ha debido de parecer a las organizaciones feministas dominantes, en la calle todas para protestar por la benevolencia de los nueve años de cárcel y completamente enmudecidas ante la paliza en grupo a las mujeres de los guardias civiles.

Es la misma contradicción que aplican a la prisión permanente revisable. Claman por la reinserción y en contra de lo que llaman la «venganza» del sistema judicial. Por muy atroces que sean los crímenes. Pero llega determinado tipo de delito y he aquí que encuentran pequeña toda pena. Y exigen lo que ellos mismos llaman «venganza», cuando rechazan la prisión permanente revisable. Todo lo que demuestra la falsedad de la supuesta diferencia ideológica entre una derecha que cree en la seguridad y en el castigo para los criminales y una izquierda que apostaría por la primacía de la reinserción. O una derecha que defiende la importancia de la responsabilidad individual y sus consiguientes consecuencias judiciales y una izquierda que creería en la primacía de los condicionantes sociales y la disolución de la responsabilidad individual en tales condicionantes.

Pero depende, claro está. Cuando se trata de violencia de extrema izquierda, como en el caso de Alsasua , hasta niegan la existencia de tal violencia, por muy obvia que sea. Pero cuando se trata de violencia sexista, o de violencia de extrema derecha, exigen las penas máximas. Y ejemplarizantes. Ni condicionantes sociales, ni dudas sobre las pruebas ni derecho a la reinserción; penas máximas y condena mediática y social sin remisión posible. En estos casos, Pablo Iglesias y los suyos se hacen de derechas, responsabilidad individual y toda la dureza judicial. Un paso temporal por la derecha que será corregido por todos ellos, feministas oficiales incluidas, como la sentencia para los matones de Alsasua sea por terrorismo. Entonces, volverán a salir a la calle, pero para exigir justamente lo contrario que en este caso, la vuelta de los matones a casa.

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