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El marqués de Lendínez: memoria de un traidor

Fallece el que decía ser el «gran inquisidor hereditario de Córdoba», que desde el cierre de la verja de Gibraltar fue un activista antiespañol

Miguel Raphael Brufal de Melgarejo y Yule ABC
Ramón Pérez-Maura

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Decía ser «gran inquisidor hereditario de Córdoba» , como si en la Iglesia Católica se transmitiese de padres a hijos algún cargo. Sí había heredado su condición de XI marqués de Lendínez , el título que Felipe V otorgó a su antepasado Antonio Melgarejo y Teruel, quien efectivamente era ministro del Santo Oficio en la antigua ciudad califal.

Miguel Brufal de Melgarejo nació en Gibraltar porque tenía una abuela gibraltareña y España estaba en guerra. Y él se sintió a gusto en tan poca cosa como el peñón. Desde el cierre de la verja en 1969 se convirtió en un activista antiespañol, inclinaciones de las que ya había dejado recuerdo en el colegio inglés al que fue, Downside, y de lo que quedaba memoria cuando llegamos otros españoles en la década de 1980.

El Gobierno del general Franco le prohibió la entrada en el país y tras trabajar en Shell Mex empezó una carrera periodística en el «Gibraltar Chronicle» que le generó algunos puyazos desde el «Gibraltar Panorama». Su mayor legado fue que el gran «Times Atlas» se refiriese a la bahía de Algeciras como bahía de Gibraltar.

Su antiespañolismo y deslealtad al Rey no le impidió suceder a su padre como marqués de Lendínez en 1991. Tenía un tipo de esnobismo muy británico, el que lleva a un marqués a ser el crítico de boxeo del semanario izquierdista «The Observer».

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