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Editorial ABC

Derrota e infamia para ETA

El relativismo moral con el que se están desarrollando los acontecimientos va a permitir a ETA hacer un regate agónico a una derrota que debería ser infamante para los terroristas

Una manifestación en el año 2000 celebrada en Madrid contra la banda terrorista ETA AFP

ABC

El preludio del supuesto desarme de ETA , previsto para mañana, está consistiendo en una ceremonia de farsantes, empezando por los propios etarras, quienes habrían manifestado a los mediadores internacionales que no tienen el control de todos los «zulos» donde guardaban las armas. Sin embargo, esta gran mentira en la que se ha convertido el desarme de una ETA ya derrotada por el Estado ha sido transformada en un gesto político de pacificación por la mayoría de los grupos del Parlamento vasco. Al menos, el Partido Popular no intervino en esta afrenta a las víctimas y la Audiencia Nacional va a reclamar que se entregue el arsenal. Desde el PNV a Podemos, pasando por EH Bildu y los socialistas vascos, todos han obligado a un Parlamento democrático a secundar la estrategia propagandística de una organización terrorista. Se han conformado con declaraciones oficiosas de un sedicente «activista» y no han esperado siquiera a comprobar en qué consistirá el supuesto desarme: ayer aprobaron una declaración de apoyo a la argucia de ETA, con petición incluida a los Gobiernos español y francés para que «colaboren», con su complicidad. La presencia de los socialistas vascos en este manifiesto, y el día anterior en una comparecencia pública con Arnaldo Otegui, un terrorista multirreincidente, es un auténtico escándalo político y ético. Pero tampoco debe provocar sorpresa: fue Rodríguez Zapatero quien calificó a Otegui como hombre de paz y fueron los socialistas los que dieron a ETA la oportunidad de una negociación política indigna con la que aplazaron lo que hubiera sido su derrota policial inminente tras el segundo gobierno de Aznar.

El camino recto a la derrota que merece ETA lo definieron ayer las víctimas con un manifiesto contra la impunidad en el final de los terroristas, que presentó Consuelo Ordóñez , presidenta de Covite, acompañada de otras víctimas de los etarras y de personalidades que suscribieron la declaración. El PP también dio voz a las víctimas en un acto celebrado en Vitoria. Pero no es suficiente. El relativismo moral con el que se están desarrollando los acontecimientos va a permitir a ETA hacer un regate agónico a una derrota que debería ser infamante para los terroristas. El seguidismo de políticos y medios a la partitura escrita por ETA es una irresponsabilidad histórica que premia a los terroristas como actores de su propio relato final, en vez de presentarlos como los criminales que han sido derrotados por el Estado de Derecho y la fortaleza de la sociedad española. En este fin de ciclo no puede haber tonos grises, ni zonas intermedias. No se puede estar con Otegui y con las víctimas. No se puede guardar silencio cuando los asesinados por ETA y sus familias claman por la justicia de la ley y de la historia.

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