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Ignacio Camacho

El caballero blanco

Borrell es una amenaza para el «susanato». Tiene pedigrí, empaque, personalidad y una cuenta con su pasado

Ignacio Camacho

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Fue en la misma noche del domingo, tras el Comité Federal. Los susanistas habían tomado el AVE de regreso, misión cumplida, y celebraban con discreción el éxito del segundo asalto al poder, que esta vez resultó una faena rápida y limpia. Porque la abstención no es el final de un proceso, sino el principio; ahora comienza la construcción de otro liderazgo en el PSOE. Existen un calendario, unas alianzas y, más o menos, una estrategia. Pero de repente, y en la televisión de cabecera de la izquierda, de entre los cascotes del sanchismo recién escombrado emergió caballero blanco. El «no he dicho que no» de Josep Borrell Fontelles apagó con un escalofrío la satisfacción de la nueva mayoría. Hay enfrente un proyecto de candidato.

Y no es cualquiera, sino el único que puede alterar la correlación de fuerzas. Sánchez está liquidado aunque aún no lo sabe… o tal vez sí. Patxi López, en el improbable caso de que se atreviese, no resistiría un rato el envite cruzado del susanismo y los tardíos rubalcabistas que se han puesto a los mandos del relevo. Madina está controlado y Carmen Chacón nunca deja de ser un eterno amago. Pero Borrell es otra cosa. Tiene pedigrí, contactos, madurez, criterio, empaque y discurso propio. Tiene un modelo (federal) de país sin sospechas de connivencias soberanistas: el vídeo del debate en que aplastó a Junqueras ha circulado con profusión hasta en los sectores de la derecha. Tiene personalidad para no dejarse arrollar; en una confrontación de primarias ya demostró que es capaz de ganarle al aparato. Y tiene una espina que sacarse, una cuenta que ajustar con el pasado.

Si se decide a postularse, el exministro catalán representa una amenaza seria para el susanato. Puede catalizar el descontento, aglutinar a la nueva oposición interna, enganchar al díscolo PSC y enardecer a los afiliados que se sienten preteridos por el golpe de los coroneles. Además, es partidario del entendimiento con Podemos, lo que lo convierte en favorito de los medios que conforman la opinión de los votantes de izquierdas. Su extenso currículum, con amplia agenda europea, impide considerarlo un chisgarabís sin experiencia. A simple vista parece el hombre idóneo para cohesionar al postsanchismo disperso y a los que dudan de que Díaz posea cualidades exportables más allá de Despeñaperros.

Por ahora se trata sólo de una posibilidad, pero la coalición dinástica que derrocó al secretario general la contempla con recelo. Aunque el resultado del domingo fue más amplio que el de tres semanas antes, el statu quo actual está en un 60/40. Poca diferencia para despejar de sobresaltos el horizonte. La «operación Susana» necesita enfriar la resistencia a base de tiempo… y que no irrumpan factores imprevistos en las expectativas del juego. Borrell es de esa clase de jugadores cuya aparición tiene la capacidad de alterar la disposición del tablero.

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