Un Fidel Castro jamás visto

«John, éste es el hombre que va a llevarte al lugar donde irás». Esas fueron todas las explicaciones que el funcionario del Ministerio de Agricultura le dio al joven periodista de la NBC . John Albert se subió al coche sin hacer una sola pregunta ni saber a dónde le llevaban. «Dimos vueltas por La Habana durante tres o cuatro horas y terminamos en la zona VIP del aeropuerto. Allí supe, por primera vez, que nos reuniríamos con Fidel ». Sin ser consciente aún, aquel día de octubre de 1979 se convertiría en el único corresponsal extranjero de la historia al que Castro le permitió subirse a su avión, acceder a su círculo más íntimo, conocer detalles de su vida privada y viajar con él en un ambiente distendido y ameno.

El dictador cubano se dirigía a Nueva York para pronunciar su discurso en la sede de Naciones Unidas como presidente de la Organización de Países No Alineados . Sorprendentemente, las autoridades de La Habana dejaron que Albert y su equipo grabaran todo el periplo. Era la primera vez que se le permitía a un medio de comunicación estadounidense estar tan cerca del «comandante», después de veinte años en el poder. Sin embargo, la NBC, la cadena de televisión con la que colaboraba el periodista, nunca quiso emitir aquellas imágenes exclusivas, por la sencilla razón de que mostraban a un Castro carismático, cercano, afectuoso, humano y hasta seductor, lo que no correspondía con la imagen que querían proyectar del que era uno de los máximo enemigo del país. Pero más de 35 años después, el vicepresidente de programación de la CNN en español , Eduardo Suárez , dio con esas grabaciones inéditas y decidió sacarlas a la luz en el documental « Un viaje con Fidel », que TCM estrena este sábado en primicia mundial a las 22.00 horas.

«Sabía que estaba haciendo un documental controvertido, porque la figura de Fidel lo es, sobre todo, si enseñas su entorno más íntimo. Pero es legítimo, porque una de las lecturas que se puede hacer corrobora mi teoría de que Castro gobernó y trascendió internacionalmente usando, en gran parte, su carisma personal, más que una filosofía política», comenta a ABC el director, que también nació en Cuba y vivió allí hasta que, a los 25 años, decidió escapar de la isla en el conocido « éxodo del Mariel », en 1980, junto a otros 125.000 compatriotas.

El documental -que gira en torno a las figuras de John Albert y Fidel Castro, y la complicidad establecida entre ambos- comienza con la presentación en el aeropuerto de La Habana y, poco después, con el mandatario cubano contestando distendidamente a las preguntas del periodista de la NBC en el avión. Vemos escenas tan curiosas como en la que Castro se desabrocha la camisa entre risas y enseña su pecho desnudo, solo para demostrarle al periodista que no lleva chaleco antibalas. «Voy a desembarcar así en Nueva York. Tengo un chaleco moral», declara. «Y cuando viaja usted a una ciudad como esta, en la que cientos de personas han anunciado que van a matarlo, ¿tiene miedo?», pregunta Albert. «Sé que voy a morir, lo que no sé es la fecha», responde el dictador, que recuerda después la primera vez que fue a la gran manzana, en 1948, para celebrar la luna de miel con su primera esposa, Mirta Díaz-Balart .

Más tarde aparece un Castro absolutamente cabreado con el departamento de Inmigración de Estados Unidos, por hacerle rellenar la tarjeta de entrada. «El mío ni lo llenen, cojones. Llevamos media hora en el avión, esperando a que estos señores lleven a cabo su humillación», le espeta al jefe de Protocolo de la ONU. Y prosigue después con Fidel invitando a Albert a entrar con su cámara en el apartamento en el que se hospeda y retratándole tumbado en la cama, relajado, bromeando con sus colaboradores, comentando los libros que está leyendo y hasta coqueteando con las compañeras del reportero.

Un perfil absolutamente desconocido para un público acostumbrado a escarbar en la secreta vida de Fidel sin apenas resultados. «Crecí en Cuba en los años de la Guerra Fría  y vi como el Gobierno le sacó provecho a todo el misterio que se creó alrededor de la vida de Fidel, debido a los primeros atentados que sufrió por parte de la CIA. O cuando se empezó a tratar su vida personal y familiar como un secreto de Estado , después de que trascendiera su figura internacionalmente», cuenta Suárez, que buscó a John Albert y realizó el documental para, precisamente, trazar una radiografía de Castro más allá de su personaje público.

De entre los protagonistas que desfilan por el documental, destaca Frank Vales . El que fuera traductor del mandatario cubano durante años recuerda con sorpresa el hecho de que Albert consiguiera acceder al círculo íntimo de Fidel, «algo que otros muchos periodistas intentaron antes», asegura. «Jamás vi a nadie introducirse en su vida privada. Incluso en el avión nunca vi a periodistas extranjeros, siempre iba prensa cubana. John tuvo acceso a un Fidel nunca visto antes por un periodista», concluye.