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La Península Antártica se enfría 1ºC en solo 10 años

En los últimos 50 años la temperatura en la zona había aumentado unos 2,5ºC

Iceberg y frente de glaciar en isla Livingston ABC

A. ACOSTA

Cada año cuando los investigadores españoles llegaban a las dos bases que tiene nuestro país en las islas Shetland del Sur , al noreste de la Península Antártica , apreciaban signos que no eran consistentes con el calentamiento global: más nieve y durante más tiempo, más hielo marino, etc. «Estábamos viendo otros tipos de respuesta, y decidimos rascar», explica a ABC Natural el profesor Marc Oliva, de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Geografía y Ordenación del Territorio de la Universidad de Lisboa, quien ha dirigido un trabajo internacional, que acaba de ser publicado en la revista Science of the Total Environment.

Hasta la fecha, la práctica totalidad de estudios científicos e informes internacionales de referencia -como el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC) - habían señalado la Península Antártica como una de las áreas de la Tierra donde el aumento de temperatura había sido más pronunciado desde mediados del siglo XX, con un incremento de hasta 2,5ºC. Sin embargo, este trabajo, en el que han participado investigadores portugueses, españoles y checos, pone de manifiesto que la Península Antártica, la región más cálida del continente antártico y donde se localiza la mayoría de bases científicas, muestra un notable enfriamiento durante la última década.

Fenómeno de El Niño

Los investigadores analizaron detalladamente la evolución de las temperaturas de 10 estaciones de la Península Antártica desde mediados de siglo XX hasta 2015. Los resultados muestran que el calentamiento sostenido alcanzó su máximo en 1998-1999 cuando la temperatura anotó los valores más elevados medidos en la región, coincidiendo con el fenómeno de El Niño más intenso de las últimas décadas.

Desde entonces, las temperaturas han descendido significativamente, en casi 1ºC, en la última década (2006-2015) con respecto a la anterior (1996-2005) en las zonas norte y nordeste de la Península, y valores similares en las islas Shetland del Sur. «Hemos detectado más frío en las zonas que tienen más hielo marino , o sea que el hielo marino mantiene la temperatura más fría. Esto pasa sobre todo en el noreste de la Península», explica el autor principal del estudio. Los cambios observados en el extremo sur de la Península han sido mucho más modestos.

«En 2016 también se ha producido otro episodio de El Niño muy potente -explica Oliva- y ya nos están llegando datos de que las temperaturas han sido más altas, y es verdad que hemos visto menos nieve que en los últimos años. Veremos qué pasa a partir de ahora, porque el descenso que hemos observado en los últimos diez años comienza después de un pico que coincidió con el episodio de El Niño de 1997-1998».

En el Polo opuesto, el Ártico registra temperaturas altísimas

Casi 1ºC de cambio es mucho, porque en la Península Antártica las temperaturas se mueven más cerca de los 0ºC. El profesor Oliva explica que «en el resto del continente no se sabe lo que está pasando, porque hay muy pocas estaciones , una cada 100 o 200 kilómetros, es una red muy poco densa. Hay datos que apuntan a que el interior del continente también se está enfriando, sobre todo la parte este. Pero esa zona se mueve en una temperatura de -50ºC, por lo que las pequeñas variaciones de temperatura no tienen tanta incidencia». Y además, este descenso de 1ºC se ha producido en un tiempo muy corto, solo 10 años. Si lo proyectáramos a final de siglo, estaríamos hablando de 7-8ºC, estima el investigador.

Estudios futuros deberán dilucidar si el enfriamiento detectado responde a una dinámica local de corto alcance o si se trata de un cambio de ciclo de larga escala. Y, mientras tanto, en el Polo opuesto, el Ártico sufre un calentamiento sin precedentes. «Es un mecanismo bipolar, cuando la Antártida se enfría el Ártico se calienta. Es un mecanismo que ya conocemos, pero solo a nivel de registro geológico. Por qué se produce no lo sabemos, hay piezas del puzle que no tenemos y no podemos acusar al cambio climático de todo, el sistema natural es muy complejo, intervienen los océanos, la atmósfera…», matiza Oliva.

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