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DÍA MUNDIAL DE LA DIVERSIDAD BIOLÓGICA

El tesoro escondido en las islas

Las islas son ecosistemas a los que el aislamiento hace únicos pero al mismo tiempo muy frágiles

El tesoro escondido en las islas ABC

ANTONIO VILLARREAL

Naciones Unidas ha elegido 2014 como Año Internacional de los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, poniendo el foco en los riesgos que la subida del nivel del mar presenta para los habitantes de estos pequeños países en mitad del Índico o el Pacífico, pero también en las muchas especies endémicas de animales y plantas, imposibles de encontrar en otro lugar del planeta.

La república de Kiribati, por ejemplo, consta de una isla rodeada de atolones de coral. Ningún punto de la isla sobrepasa los 3 metros del nivel del mar. La amenaza del cambio climático ha llevado a su presidente, Anote Tong, a negociar la compra de 2.500 hectáreas en la cercana isla de Viti Levu, perteneciente a Fiji, para, en próximas generaciones, poder desplazar allí a los 102.000 habitantes de Kiribati. No será sencillo, ya que también Fiji, como Maldivas, Palau o Cabo Verde, están en la misma situación.

Una de cada diez personas del planeta vive en una isla, lugares que pese a ocupar sólo un 5% del territorio tienen una importancia capital en la biodiversidad biológica. «Son fundamentales en cuanto a la diversidad que aportan», dice a ABC Natural Luis Suárez, del Departamento de Biodiversidad Terrestre de WWF España , «por particularidades como la disposición geográfica, que es muy variada, pero sobre todo su aislamiento, algo que provoca o favorece procesos de creación de nuevas especies, que normalmente suelen ser únicas y diferentes de unas islas a otras, lo que aumenta espectacularmente la riqueza en biodiversidad». Por otro lado, apunta Suárez, «son pequeños laboratorios donde podemos ver fenómenos a pequeña escala, tanto de conservación como de destrucción de biodiversidad».

Ecosistemas irrepetibles

Los ecosistemas insulares son irrepetibles, pero como todo lo bello, muy frágiles. «Un 64% de todas las extinciones de la historia de la humanidad han ocurrido en islas», explica a ABC David Ainsworth, portavoz del Secretariado de la Convención en Diversidad Biológica, organismo de Naciones Unidas con sede en Montreal. «Las islas son particularmente vulnerables debido a su pequeño tamaño, aislamiento y fragilidad, y pueden ser afectadas muy negativamente por factores como especies exóticas, desarrollo del turismo, cambio climático, desastres naturales, sobreexplotación o polución», dice Ainsworth.

«Por su tamaño, aislamiento y fragilidad, las islas son muy vulnerables»Los gatos y las ratas causan muchos daños en los hábitats insularesUn vistazo a los datos de la CDB ayuda a comprender la magnitud del problema. Un 95% de las aves, un 90% de los reptiles y un 70% de los mamíferos extintos desaparecieron en una isla. «Tanto los animales como las plantas no están preparadas para combatir a otras especies porque normalmente no suele haber depredadores», explica Suárez. «Se han relajado los mecanismos de defensa de muchas de estas especies, muchos de los animales en las islas no han variado de tamaño con respecto a otros sitios, por lo que son más sensibles a ataques de un depredador. O hay pocas plantas en islas que tengan espinas puesto que no suele haber grandes herbívoros que causen daño. Por tanto, con la introducción de especies exóticas, tanto salvajes como domésticas, se provoca un gran impacto en la flora y fauna de la isla. «De hecho, se dice que las especies más dañinas de los hábitats insulares suelen ser los gatos y las ratas», dice Suárez.

Peligro de extinción

Parten de una extensión territorial del 5% del planeta, pero la aportación de las islas a su biodiversidad es, sin embargo, sorprendentemente alta. Un 40% de las especies catalogadas en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de laNaturaleza tienen su hábitat en las islas y una de cada cinco aves, reptiles o plantas viven en una isla. «Además, las islas albergan más del 50% de la biodiversidad marina conocida a nivel mundial, 7 de las 10 áreas clave para los arrecifes de coral y 10 de las 34 zonas calientes para la conservación», dice Ainsworth.

A diferencia de los habitantes de Kiribati, la huida no es una opción para la flora y la fauna de estos archipiélagos amenazados por la subida del nivel del mar. «No hay un margen para las especies, tanto por la superficie reducida como por las características climáticas de las islas, para que pueda haber una adaptación al cambio».

Entre las especies de los ecosistemas insulares no podemos olvidar a los 600 millones de personas que viven en ellas, a menudo produciendo importantes recursos para el resto de la humanidad. «El aislamiento de las regiones insulares las ha llevado a ser centros globales de especies endémicas, con una riqueza de endemismo 9,5 veces mayor a las regiones continentales. Y para la mayoría de estos pequeños estados insulares en desarrollo, la biodiversidad es la base de su economía: pesca, bosques, agricultura, turismo...», dice Ainsworth. En muchas de estas islas, lo que antes eran primorosos manglares, estuarios o arrecifes de coral, están perdiendo rápidamente el lustre y ecosistemas enteros están al borde del colapso. «Y esto no solo significa el final de muchas especies, sino también de las economías y sociedades que dependen de ellas. Además, un isleño depende del turismo y la pesca más que ningún otro», dice el portavoz de la CBD.

En cuanto a las soluciones al efecto que para las islas tendrá el cambio climático, Luis Suárez reconoce que «en ambientes continentales, pasa por la creación de corredores para permitir la posible migración o adaptación progresiva de algunas especies. Pero en las islas, estos corredores son relativamente pequeños y no sabemos si serán eficaces», dice Suárez. «Otra posibilidad es crear bancos genéticos o stocks en cautividad de ciertas poblaciones para tener la posibilidad de reproducirlas en otros lugares, y por lo menos que no se pierdan».

Desde la Convención para la Diversidad Biológica tienen otras propuestas, algunas muy ambiciosas, para proteger el número de especies en las islas. «Podrían, por ejemplo, establecer y dirigir áreas protegidas marinas y terrestres, promoviendo y apoyando acuerdos regionales de alto nivel que han demostrado ser exitosos al lograr alguna de las Metas de Aichi», objetivos estratégicos de la ONU para proteger la diversidad.

Según Ainsworth, «las islas también pueden centrarse en la gestión, es decir, prevención, erradicación y control, de especies invasoras desarrollando y reforzando la colaboración a nivel local, regional, nacional e internacional, y, en particular considerar adoptar un enfoque de bioseguridad que abarque todas las amenazas invasivas».

Aunque la adaptación y mitigación del cambio climático -lo que incluye restaurar ecosistemas ahora dañados y gestionar especies invasoras, pero también integrar la construcción de infraestructuras en los planes de conservación- es tarea de todos los países y, por tanto, de todas las islas, Ainsworth advierte de que para muchos los problemas no serán solo de índole ecológica, ya que «los estados insulares en vías de desarrollo necesitan su biodiversidad para poder desarrollarse y evitar la pobreza».

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