Los rincones más bellos de Madrid que los turistas desconocen
¿Conoces el cementerio inglés? ¿Y la única iglesia románica de la región? ¿Sabías que existen restos de la muralla árabe por la capital? ABC te descubre los otros monumentos de la ciudad
Actualizado: Guardar¿Conoces el cementerio inglés? ¿Y la única iglesia románica de la región? ¿Sabías que existen restos de la muralla árabe por la capital? ABC te descubre los otros monumentos de la ciudad
12345678910La plazuela de San Javier, la más pequeña de Madrid
Plaza Mayor, Templo de Debod, la Puerta del Sol, el Oso y el Madroño, la Cibeles,... Todas las guías turísticas destacan los mismos monumentos, pero Madrid es mucho más que la Puerta de Alcalá. ABC te presenta una lista de rincones poco conocidos por los visitantes y residentes en la capital, pero con un sabor especial.
Sumido en el laberinto del Madrid de los Austrias, después de atravesar la calle del Conde, aparece la plazuela de San Javier. En una de las fachadas que la custodian existía una imagen del Santo y Patrón de Navarra, San Francisco Javier, en un edificio perteneciente a la orden de los Jesuitas. Es por eso que este lugar, que ha servido de inspiración para la zarzuela «Luisa Fernanda» (1932), lleva el nombre del santo.
La fachada roja destaca la belleza del palacete que seguramentea perteneciera a alguna familia madrileña de renombre. También cuenta la leyenda popular que el bandolero Luis Candelas (1804-1837), nacido en el barrio de Lavapiés, rondaba asiduamente a una joven que vivía en el número 3 de la plaza. El delincuente consiguió que su compañeros de fechorías escoltasen los accesos a la plaza para que nadie le molestase durante sus encuentros amorosos.
La Bodega de los secretos
Ni los derribos, ni las nuevas construcciones han podido con esta vetusta bodega que se levantó en el siglo XVIII para la elaboración y conservación de tinajas de vino. En la calle San Blas, 4 se esconde este tesoro oculto por los años que un particular supo restaurar y ahora se ha convertido en un restaurante único en la capital. A lo largo de 360 metros cuadrados se cruzan cuatro galerías que forman un laberinto de ladrillo artesanal y sílex abovedado. Durante las obras de rehabilitación incluso aparecieron las tinajas que se usaban antaño y que ahora el comensal puede contemplar mientras cena.
El jardín Príncipe de Anglona, la otra faceta de La Latina
En medio del ajetreo, la fiesta, las tapas y las famosas tostas de La Latina también hay paz. El jardín del Príncipe de Anglona, en la Plaza de la Paja, fue levantado en 1530 en medio de la residencia de Francisco de Vargas, consejero de los Reyes Católicos y de Carlos I.
El jardín fue trazado en el siglo XVIII, junto a uno de los laterales de la casa palaciega. El diseño fue realizado por Nicolás Chalmandrier en 1761, quien proyectó una pequeña zona de recreo de estilo neoclásico, con toques característicos de los jardines hispano árabes. Tanto el jardín como la masión toman su nombre de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Alfonso-Pimentel, príncipe de Anglona y marqués de Jabalquinto, sus inquilinos durante el siglo XIX. Otro de sus moradores fue el conde de Benavente. Este rincón de quietud pasó a manos del Ayuntamiento años después y fue abierto al público en 2002.
El Cementerio de los ingleses
Más de mil enterramientos son de británicos, pero también hay 49 estadounidenses, 63 alemanes, 30 españoles, 28 suizos, 27 franceses... Hasta 43 nacionalidades distintas se pueden encontrar en este singular camposanto. Todas sus lápidas fueron desterradas al extrarradio de la ciudad por no profesar la fe católica. Y fue el barrio de Carabanchel –calle Comandante Fontanes– el lugar elegido para dar reposo a los cuerpos de los extranjeros. El predominio inglés acabó imponiéndose en el nombre con el que se designa popularmente a este lugar. Arthur Thorold (1854), fue el primer inquilino. Y tras él llegaron los Parish –fundadores del Circo Price– y los miembros de la familia Loewe. Aunque ya no se puede dar sepultura a nadie más, sí que se pueden esparcir las cenizas.
Parque de El Capricho
El Retiro es el parque más famoso de la capital, pero para muchos madrileños el de El Capricho, en Alameda de Osuna, es el más bello. Muestras de ello son el laberinto de arbustos, los edificios, como el palacete, la pequeña ermita, o el hermoso salón de baile, además de los riachuelos que lo recorren y estanques, donde se pueden encontrar cisnes y patos.
La duquesa de Osuna entre 1787 y 1839 mandó construir este jardín de 14 hectáreas, que es el único del Romanticismo que se conserva. Las lilas abundan por todo el terreno, ya que era la flor predilecta de la duquesa. Tras décadas de relativo abandono, en 1974 fue comprado por el Ayuntamiento de Madrid, y en 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural.
El bosque encantado
El bosque encantado está a tan solo unos kilómetros de la capital, en San Martín de Valdeiglesias. Este característico botánico acoge a seres de fantasía entre sus laberintos, exposiciones de cáctus y bonsáis, arroyos, cascadas naturales... Entre ellos podrás encontrar tillandsias, la planta más antigua del planeta.
La muralla musulmana
La muralla árabe es probablemente la construcción en pie más antigua de la ciudad. Se edificó en el siglo IX, durante la dominación musulmana de la Península Ibérica, en un promontorio situado junto al río Manzanares. Formaba parte de una fortaleza, alrededor de la cual se fue desarrollando el núcleo urbano de Madrid. Fue declarada Monumento Histórico-Artístico en el año 1954.
Los restos de mayor importancia, con un interés más arqueológico que artístico, se hallan en la Cuesta de la Vega, junto a la cripta de la Catedral de la Almudena. Han sido integrados en el parque de Mohamed I, llamado así en referencia a Mohamed I de Córdoba, considerado el fundador de la ciudad.
La estación fantasma de Chamberí
La «estación fantasma» de Chamberí fue diseñada por el arquitecto Antonio Palacios. Fue inaugurada el 17 de octubre de 1919, inspirada en el aspecto de las estaciones parisinas de la época. Esta era una de las ocho estaciones que conformaban originariamente la red del suburbano de la capital de España.
Durante la Guerra Civil muchas de las estaciones del metro se convirtieron en almacenes e improvisados refugios para los ciudadanos mientras se producían los bombardeos aéreos. La estación permaneció inutilizada durante más de cuarenta años, reduciendo los trenes su velocidad cuando atravesaban sus instalaciones, a las que se recortaron los andenes para facilitar la circulación. El hecho de que los accesos exteriores se hubiesen tapiado permitió la conservación de muchos de los objetos cotidianos de la época, como carteles publicitarios, tornos y hasta billetes en las papeleras. Todo ello se puede contemplar en el museo.
La Quinta de los Molinos
Dos imponentes puertas de hierro escoltan una joya de la arquitectura madrileña. En el número 551 de la calle Alcalá, se encuentra la Quinta de los Molinos, en el barrio de San Blas. Este oasis de tranquilidad de 13,45 hectáreas de extensión alberga en su interior un palacio del siglo XVI que pertenecía al conde de Torre Arias. La finca está repleta de almendros, por eso, este lugar se convierte en una excursión imprescindible en primavera.
Santa María de Carabanchel, el único templo románico mudéjar
En las inmediaciones de la cárcel de Carabanchel se levanta la iglesia de Santa María la Antigua, la única construcción de estilo románico mudéjar que se conserva intacta en Madrid, data del siglo XIII, lo que la convierte en una de las más antiguas de la ciudad. Incluso, algunas fuentes indican que se encontraron restos romanos cuando fuwe restaurada.
Este templo es también famoso por haber acogido uno de los numerosos milagros de San Isidro, en este caso el milagro del lobo: El santo se encontraba rezando cuendo unos niños le avisaron de que un lobo pretendía atacar a su borrico, a lo que él les espetó «id en paz, hágase la voluntad de dios», tras lo cual terminó su oración y al salir se encontró al burro intacto y al lobo muerto.