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Curiosidades

El escorbuto de Fernando VII y el origen del fervor madrileño por la Virgen de La Paloma

El lienzo de la patrona popular de Madrid alberga más de dos siglos de historia ligados a la vida de la Villa y Corte. Es la patrona de los Bomberos de la capital tras una anécdota sucedida en 1923

El escorbuto de Fernando VII y el origen del fervor madrileño por la Virgen de La Paloma ARCHIVO DE ABC

ADRIÁN DELGADO

Es la Virgen de la Soledad , no es una talla sino un lienzo y, aunque no rivalice con la oficialidad de La Almudena, es la patrona popular de los madrileños . Sobre todo de aquellos que, fieles a la tradición, ven en la Virgen de La Paloma a su protectora, la de sus recién nacidos, sus seres queridos o enfermos. La Latina es su barrio, la de la Paloma e Isabel Tintero las calles que la guardan, los bomberos madrileños la tienen por patrona y cada 15 de agosto se celebra en su honor la verbena más célebre del verano. Pero, ¿qué convirtió a este lienzo anónimo en un objeto de culto para el pueblo madrileño?

Su origen no es demasiado antiguo. Fue a finales del siglo XVIII cuando Isabel Tintero, una viuda que vivía junto al convento de las monjas de Santa Juana , rescató esta tela del olvido al que había sido confinada. Abandonado en el corralón de las monjas, al lado de una leñera, su bastidor fue hecho astillas para calentar las estancias del convento. El encargado de los hornos regaló, como un juguete, el lienzo a unos niños. Tras jugar con él, se lo dieron a Josefa Tintero y ésta, a su vez, lo vendió a su tía Andrea Isabel Tintero por cuatro cuartos.

Era el año 1787 y, tras ser limpiado y enmarcado de nuevo, Isabel decoró con unas cintas de papel la imagen de la Virgen, le puso un pequeño farolillo y lo colocó en el portal de su casa. Comenzó así, el culto del barrio a esta curiosa imagen. Las vecinas de Isabel tomaron por costumbre presentar sus recién nacidos ante el lienzo para que la Virgen de La Paloma –que recibe este nombre por la calle en la que se ubicaba ese portal– les protegiera y intercediera cuando estaban enfermos.

Desde el humilde portal de la calle de La Paloma, su fama llegó a los mentideros y de ellos hasta el Palacio Real. La Reina María Luisa de Parma , desesperada por la salud de su hijo Fernando (más tarde el rey Fernando VII ), fue informada por el Conde de las Torres de la fama del lienzo entre los vecinos de La Latina y las Vistillas. Ofreció entonces la reina a su hijo, aquejado de una fractura en la pierna a consecuencia de los estragos que el escorbuto estaba generando en su cuerpo. Tras ello, la salud del infante comenzó a mejorar. La reina, agradecida, ordenó instalar dos grandes faroles que iluminaran de noche el cuadro convirtiendo el lugar en un centro de peregrinación.

Del portal de Isabel Tintero a una capilla

Tal fue la fama que adquirió el cuadro en tan poco tiempo que Isabel Tintero solicitó permiso al Consejo Supremo de Castilla para levantar en su honor una capilla. Una vez concedido, logró recaudar entre los fieles –y con la ayuda de la Casa Real – medio millón de reales de vellón para construirla en el mismo lugar en el que fue rescatado el cuadro. Francisco Sánchez, discípulo de Ventura Rodríguez, levantó el pequeño templo en 1796. Un siglo más tarde empezaron las obras de la iglesia neomudéjar que hoy guarda a la patrona popular , obra de Lorenzo Álvarez Capra .

Isabel Tintero fue la administradora de la capilla hasta su muerte. Recibió 8 reales diarios para su manutención y una habitación junto a la capilla de la Virgen. Sus restos descansan hoy a los pies del lienzo tal y como ella dejó escrito en sus últimas voluntades.

Patrona de los Bomberos del Ayuntamient0

En cuanto a la tradición de que sean los bomberos quienes descuelguen el cuadro, la historia cuenta que, en 1923 , los feligreses de la parroquia de La Paloma reclamaron su ayuda para descolgar el cuadro de su patrona y llevarlo en procesión, cuando estos realizaban maniobras en los terrenos de la Gran Vía de San Francisco . En ese momento se instituyó la tradición de que fueran ellos quienes, cada 15 de agosto, descolgasen el cuadro y lo sacaran en la procesión.

El cuadro ha sido venerado por los madrileños desde el siglo XVIII. Solo durante la Guerra Civil dejó de procesionarse por las calles de Madrid y fue escondido hasta que acabó la contienda por miedo a que fuera destruido por radicales anticlericales.

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