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Mensajes de amor al Café Comercial

Clientes, vecinos y turistas nostálgicos se acercaron ayer para homenajear al centenario local tras su repentino cierre

Mensajes de amor al Café Comercial isabel permuy

marta r. domingo

Rafael Escribano se reunió ayer por la mañana con sus amigos «de toda la vida» para echar la partida diaria de ajedrez. Esta vez tuvo que buscar una alternativa al Café Comercial . Por primera vez en 30 años, ni Antonio ni Felipe ni Juan ni ninguno de los otros 16 camareros del célebre establecimiento que el lunes echó el cierre para siempre le han podido servir su café con porras. «Ni siquiera la guerra pudo con él y ahora tenemos que decir adiós a la esquina con más sabor de Madrid. Con su clausura, muere gran parte del barrio», dejó escrito este cliente asiduo en uno de los cientos de de post-it en forma de corazón que desde ayer copan los ventanales del local.

Desde la noticia del adiós definitivo de la cafetería con más solera de la capital –llevaba 128 años en pie– el escaparate se ha convertido en un homenaje improvisado. Cientos de personas se han acercado hasta la glorieta de Bilbao para empapelar las cristaleras con los recuerdos que desde el lunes se han quedado atrapados entre sus muros.

« ¿A dónde irán los besos que aquí nos dimos? », preguntaba Carolina Garrido en otro escrito, que acompaña con un dibujo de sus alianzas matrimoniales. «Mi marido y yo nos conocimos en este local. Aquí me pidió la mano y aquí hemos vuelto siempre, al menos una vez por semana», cuenta con nostalgia.

El lugar que dio luz y forma a «La Colmena» del Nobel Camilo José Cela, logró reunir a figuras de la cultura de toda índole. Hasta el lunes, este era uno de los pocos cafés clásicos que todavía conservaba la capital, cuyo único representante que sobrevive ahora es el Gijón, en el Paseo de Recoletos .

Su fama llegó a traspasar fronteras. Las guías de viaje más prestigiosas incluían este enclave como lugar de visita obligado. «Hoy era nuestro último día en Madrid y teníamos previsto tomar algo aquí y ya marchar para el aeropuerto, pero hemos llegado demasiado tarde», dice, en inglés, Latifa Ait, una turista de Arabia Saudí.

«Ha tenido que ser un sitio muy importante para los madrileños, a juzgar por la cantidad de mensajes que hay por todas partes», añade su marido Hassan, que miraba con sorpresa la cantidad de mensajes de cariño y afecto que a media mañana ya tapaban más de dos cristaleras.

«Carmena, salva el local»

El cierre por sorpresa pilló a muchos clientes asiduos fuera de la capital. Pese a la distancia, quisieron que quedara patente su rechazo al fin del Comercial. «Vengo en nombre de un amigo, que es editor. Todavía no se cree la noticia. En sus mesas le he visto corregir muchísimas novelas. Para muchos escritores como él, el Comercial era su oficina y, también, su refugio», cuenta Sofía Torres, mientras sujeta el taco de post-it que un espontáneo dejó en la repisa de la ventana.

Otro de los carteles se suma a la petición a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que «salve» la historia que custodia el establecimiento y que evite su suspensión. Sin embargo, el cierre parece irreversible. tanto el local como el edificio entero pertenece a la familia Contreras desde el año 1909, quienes lo regentaban, ya en su tercera generación.

Las responsables actuales, María Isabel Serratacó Contreras e Isabel Contreras solo argumentaron que eran «mayores» y que estaban « agotadas físicamente para seguir afrontando el trabajo que requiere el café», según cuentan sus empleados.

«Es una lástima tener que escribir un mensaje como éste, pero ha llegado el día del cierre y, por ello, queremos agradecer de todo corazón la confianza que nos habéis brindado durante estos muchos años llenos de maravillosas experiencias», señalaban los propietarios vía Facebook. Desde entonces, no han contestado a las llamadas de ningún medio de comunicación.

El vacío que deja el Café Comercial se suma al que dejó la semana pasada el Mercado Fuencarral o el de los cines Roxy. Unas ausencias que, para muchos vecinos de Malasaña, dejan a Madrid «huérfana» y sin «personalidad ». «Era hasta ahora una institución del Madrid castizo», comentan aún sorprendidos varios curiosos en un corrillo de la plaza.

Mientras unos comparten sus lamentos y otros rememoran sus vivencias en el exterior del café, en su interior, dentro sólo queda el silencio.

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