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El infierno de los empleados de las piscinas municipales:

«Te voy a cortar el cuello, hija de p..., amargada, mala raza»

En mes y medio ya se han producido una decena de ataques graves frente a los tres del verano pasado

«Te voy a cortar el cuello, hija de p..., amargada, mala raza» ISABEL PERMUY

M. J. Álvarez

«Venimos a trabajar, no a que nos insulten ni a que nos peguen». Eso dice Pepa (nombre ficticio), víctima durante un mes de insultos y amenazas constantes. Pide que no se difunda el nombre de la piscina municipal en la que trabaja por temor a represalias , si bien es una de las más conflictivas.

«Venimos angustiados porque no sabemos qué puede pasar»

«Venimos angustiados porque no sabemos qué puede pasar . Cómo van a reaccionar las personas que incumplen las normas cuando le decimos que no pueden hacer esto o lo otro. Ni tampoco si les respondes porque bajas la guardia. Es agotador. Nos insultan constantemente y los socorristas y los operarios son los que están más expuestos», relata.

Ella ha estado en el control de acceso un mes, uno de los peores de su vida laboral, un infierno, y eso que lleva diez trabajando en distintos centros deportivos, entre ellos uno de los considerados durante muchos años el más conflictivo: Plata y Castañar , que ha mejorado bastante desde que pusieron mediadores sociales interculturales.

«Tensión y nervios»

«Te voy a matar, hija de p..., amargada, mala raza», son algunas de las lindezas que ha tenido que oír cada vez que decía que no podía pasar a quien trataban a toda costa de hacerlo sin la entrada o cuando veía a alguien saltar la valla. En general, personas de etnia gitana: «Llamaba al guardia de seguridad y, además de acusarme de chivata, hacían un gesto con la mano de que me iban a cortar el cuello . Y eso, a diario».

Agrega que a los vigilantes tampoco les respetan. Se burlan, incluso, les agreden y van provocando diciendo que llevan la porra de adorno. A su juicio, los usuarios más conflictivos actúan así a propósito. « No intentan colarse por el dinero que cuesta la entrada; la mayoría son familias numerosas que pagan la mitad o tienen el 90% de descuento si son más de cuatro miembros. Tratan de engañarte todo el tiempo. Se pasan las entradas desde el interior al exterior; los chicos se meten en el vestuario femenino; se van a casa y quieren volver sin pagar... Quieren liarla siempre . Se creen que la piscina es suya y que estamos a su servicio». Pepa explica que los vigilantes son insuficientes para controlar unas instalaciones en las que se concentran más de 5.000 personas y, en su opinión, los mediadores no facilitan las cosas, porque son demasiado permisivos.

«Necesitamos más protección. Se creen que esto es suyo y que estamos a su servicio»

La consecuencia de esa tensión se traduce en nervios y ataques de ansiedad constantes. «La Policía Municipal viene y a veces se pasea por las instalaciones; otras, se limita a preguntar cómo está el tema y si no hay nada anormal se marchan. Necesitamos más protección ».

En la piscina de Palomeras, el martes pasado tuvieron que acudir cuatro coches patrulla para sacar del agua a once gitanos, entre ellos mujeres vestidas. A la socorrista le dijeron que pensaban volver y que se bañaban «como les daba la gana».

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