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Parla teme quedarse «a dos velas»

Vecinos y empresarios viven con angustia los tres días que les faltan para quedarse sin luz

Parla teme quedarse «a dos velas» isabel permuy

cristian quimbiulco

La revelación de ayer de ABC de que Parla (125.000 habitantes) se quedará sin luz el lunes por los impagos a Iberdrola por parte del Ayuntamiento ha caído como un jarro de agua fría entre los vecinos y comerciantes de la ciudad. Existe una indignación generalizada ante la mala gestión del anterior Consistorio, encabezado por el PSOE y tres alcaldes consecutivos (Tomás Gómez, José María Fraile y Beatriz Arceredillo), que se marcharon con los deberes incompletos: arrastraba una deuda de 10 millones de euros con la eléctrica. Se da la circunstancia de que la mediadora en el abastecimiento es Cofely, la principal empresa investigada en la llamada trama Púnica, por la que Fraile llegó a pasar dos días en prisión preventiva en octubre pasado y por la que sigue imputado.

«Toda la culpa es del PSOE, un atajo de ladrones, que aquí ha robado cuanto ha querido» explicaba ayer, visiblemente molesto, Juan José Díaz, un vecino de 58 años. No entiende por qué tendrán que sufrir este corte de luz si lleva toda la vida pagando sus impuestos: «Se han embolsado dinero con todo lo que han hecho».

La suspensión del fluido afectará a farolas semáforos, bibliotecas, la sede de la Policía Local, piscinas y centros de mayores; es decir, a la médula espinal de una ciudad. Por eso, quienes también están que trinan son los comerciantes. David Carmona, propietario desde hace dos años del bar colombiano Los Cafeteros se muestra «preocupado», porque un corte del suministro eléctrico les haría «polvo». El encargado explica que, si Iberdrola cumple la amenaza, sumirá a la localidad en «un auténtico caos».

Asimismo, los vecinos confiesan, anonadados, que ningún organismo (ni mucho menos el Ayuntamiento) se ha puesto en contacto con ellos para informarles sobre la situación que se podría vivir desde el lunes. Muchos ignoran que el apagón afectará a los espacios públicos cuya titularidad sea municipal. El nuevo equipo local, encabezado por Luis Martínez Hervás (PP), está trabajando contrarreloj, negociando con la acreedora, para que el ultimátum no se cumpla y la ciudad no se quede a dos velas.

Los testimonios recabados por este periódico apuntan, además, a un derroche. A que la luz se enciende a las cinco de la tarde, en pleno verano, hasta el día siguiente. «Ojalá que con el PP cambien las cosas... Porque el PSOE ha venido a robar. Ha fastidiado Parla», se mostraba, esperanzado, Pedro García, vecino del municipio desde hace 36 años.

La «herencia» del tranvía

La situación de intranquilidad y rocambolesca que se vive en la localidad es la punta del iceberg de la deuda acumulada durante los últimos años por el Consistorio. La parte más gruesa de los «números rojos» municipales es la que corresponde al tranvía , ese proyecto de Tomás Gómez que iba a costar 73 millones y que ya va por 300, con tantos sobrecostes e intereses por los impagos.

Para colmo, el municipio lleva en la diana mediática de todo el país desde que se conociera que era el único investigado por la Guardia Civil en el marco del caso Púnica . Propios y extraños tuvieron que ver cómo se llevaban engrilletado a su alcalde, José María Fraile, en octubre pasado; las lágrimas de su mentor político y antecesor, Tomás Gómez, por la situación procesal de su «delfín»; el descalabro institucional por la marcha del partido de Beatriz Arceredillo, que ahora reniega de sus antecesores, y, cómo el municipio, históricamente donde el PSOE conseguía más votos porcentuales en ciudades de más de 50.000 habitantes, quedaba en manos de la derecha. Una coyuntura increíble hace apenas cuatro años y que ahora se ha convertido en la metáfora del despilfarro.

Este estrés institucional y escasez de fondos desembocó en uno de los tragos peores por los que puede pasar un mandatario local: una huelga de recogidas de basuras , a meses de los comicios electorales. El malestar ciudadano rebrotó entonces, entre finales de 2014 y comienzos de 2015. La entonces regidora Arceredillo vivió los peores diez días de su corto mandato. La huelga, que dejó la localidad convertida en un auténtico vertedero, concentraba tres conflictos en uno: el laboral, porque los empleados llevaban varios meses sin cobrar sus nóminas; el empresarial, ya que las concesionarias también mantenían 3 millones de euros en facturas pendientes; y el político, puesto que Arceredillo se enfrentó a sus compañeros y a Gómez, que no la quería en la Alcaldía.

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