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El padre del presunto asesino de majadahonda

«Mi hijo ha hecho algo terrible. Debía estar en un hospital, no en la calle»

El progenitor del casero, abatido, se desahogó con un amigo. Los análisis revelan que la sangre de la trituradora es humana. En la bañera y el desagüe se hallaron más restos el martes

«Mi hijo ha hecho algo terrible. Debía estar en un hospital, no en la calle» de san bernardo

m. j. álvarez

«Juan, ¿qué pasa?», le dijo Antonio a su amigo al verle cabizbajo frente al portal de su casa de Móstoles en donde comenzaron a aparecer periodistas. «Mi hijo. Ha hecho algo muy grave, terrible; él debía estar en un hospital, no en la calle... La culpa la tienen los que le dejaron salir», acertaba a decir a trompicones.

Así explicaba este hostelero a ABC el abatimiento de Juan H. H., el padre del casero de Majadahonda, acusado de matar, descuartizar y arrojar los restos de su inquilina a la basura . Se trata de Adriana Gioiosa, de 55 años, nacida en Argentina. Ese fue el desahogo de un progenitor, presa de la desesperación por lo acontecido, el mismo día que su hijo Bruno, de 32 años, asistía, junto a su abogado, a la minuciosa inspección ocular realizada en el bautizado como chalé de los horrores, situado en el número 6 de la calle de la Sacedilla. Sucedió el pasado martes.

Los agentes de la Unidad de Criminalística de la Guardia Civil, ayudados por los perros del Servicio Cinológico del Cuerpo, pusieron la vivienda patas arriba. No dejaron ni un solo resquicio sin mirar ni escudriñar. Se desmontó todo lo que había que desmontar. Tanto, que las pesquisas les llevaron nada menos que diez horas.

Los canes fueron fundamentales parar marcar algunos de los los puntos en los que se hallaron restos biológicos. Algunos, como la sangre, se recogieron en la bañera y en las tuberías del desagüe . La tarea fue exhaustiva, dado que no utilizaron luminol, un producto que marca con rapidez el rastro sanguíneo, pero que destruye el ADN. También se encontraron pelos y fibras, según las fuentes consultadas por ABC.

Ahora los especialistas deberán de cotejar el perfil o perfiles genéticos de los restos hallados en la vivienda con el del hermano de Adriana, la argentina desaparecida, para ver si se corresponden con los suyos o descartar otros perfiles. Lo mismo sucederá con las pruebas de ADN que se le practicaron ayer en plaza de Castilla a Juan H. H., hermano de la dueña del chalé y padre del detenido, ingresado en la prisión de Navalcarnero que alquilaba habitaciones en el inmueble, en el que tenía una reservada para él. Con ello se pretende averiguar también si alguno de los restos encontrados pudieran pertenecer a la mujer, de la que, al parecer, nada se sabe desde hace unos cuatro años, cuando, supuestamente, su sobrino la ingresó en una residencia tras la trágica muerte de su único hijo. Estos minuciosos análisis tardarán varias semanas. Ya se realizaron en el caso del pederasta de Ciudad Lineal.

Averiguar a quién pertenece

Mientras ello se produce, lo que ya ha trascendido, según fuentes de la Benemérita, es que la pequeña trituradora que el casero guardaba en el garaje, –hallada en el primer registro de la casa– contenía sangre humana. Como ya adelantó ABC, Bruno habría podido tratar de picar los restos de su inquilina con la cuchilla de entre 10 y 12 centímetros de diámetro del aparato . Ahora se está desmontando la máquina, pieza a pieza, por si hubiera más sangre en su interior. También han dado el mismo resultado los análisis sobre las gotas de sangre encontradas en una pared: son humanas. El paso siguiente es determinar si pertenecen a Adriana. No obstante, no había muchos restos sanguíneos. Esto obedece a que el sospechoso tuvo tiempo de limpiar la casa a conciencia con el fin de borrar todo tipo de indicios incriminatorios, por lo que extraer el ADN podría resultar muy costoso. Así, habría pintado la pared del garaje a trozos, tal y como observaron los agentes en la primera inspección ocular, realizada la madrugada del 7 al 8 de abril.

Adriana regresó a Madrid procedente de Buenos Aires el 29 de marzo. Los investigadores creen que su muerte se produjo entre el 30 y el 31. Su hermano denunció su desaparición el 6 de abril y un día después era detenido el casero. Este ideó un plan para justificar la ausencia de ella: viajó a Barcelona el día 5 con su teléfono , dejando pistas falsas, y envió una carta de despido a su empresa. Sin embargo, dejó la trituradora en el sótano y se llevó al domicilio paterno las llaves del coche de la víctima. En el registro, también hallaron una copia de la nota que escribió a máquina en nombre de la mujer con su firma falsificada. También analizan los vestigios hallados en el vehículo de la desaparecida, que aparcó cerca del domicilio paterno.

Algunos inquilinos, localizados

La Guardia Civil ha contactado ya con algunos inquilinos del chalé de Majadahonda. No dijo cuántos. Había tres de ellos de los que nada se sabía. Estas fuentes desmintieron que existiera una requisitoria judicial para que Bruno ingresara en un psiquiátrico, si bien estuvo internado en, al menos, tres ocasiones. Así lo explicaban Antonio y otros residentes. «La primera vez fue hace unos tres o cuatro años por decisión de su padre que le vio muy mal y fue a buscarlo a otra ciudad», indicó el primero. La última, hace un año. «Llamamos a la Policía. Comenzó a decir qué iba a haber una guerra y nos iba a destruir a todos. Que le ayudáramos. No temíamos por nosotros, sino por él».

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