Hazte premium Hazte premium

casa de los horrores de majadahonda

El casero tiró el cadáver a la basura porque no logró triturarlo

El presunto asesino intentó sin éxito picar los miembros en su garaje. La investigación se centra en una sola víctima y en el vertedero de Pinto

El casero tiró el cadáver a la basura porque no logró triturarlo abc

m. j. álvarez

B., el joven de 32 años encarcelado por presuntamente haber matado a una de sus inquilinas en su adosado de Majadahonda , intentó, sin éxito, picar el cuerpo en la pequeña trituradora casera que guardaba en su garaje . No lo consiguió, así que optó por arrojar el cadáver, descuartizado, en tres contenedores distintos de basura.

Fuentes judiciales indicaron a ABC que la tesis de la investigación se centra en que existe una sola víctima, Adriana Gioiosa, de 55 años . Al menos, es la única persona cuya desaparición ha sido denunciada. El resto de inquilinos del chalé de la calle de la Sacedilla, anteriores a la víctima, no han sido investigados aún, pues no consta que nadie les eche en falta y, además, la prioridad es Adriana, de la que sí se tienen indicios de que puede estar muerta. Entre esos arrendatarios habría al menos una persona de nacionalidad española, un varón; los otros dos pueden ser extranjeros, a tenor de los contratos de alquiler hallados en el registro del inmueble.

Tampoco hay constancia, al menos hasta el cierre de esta edición, de que la propietaria original de la casa, tía paterna de B., sea una quinta víctima. El propio sospechoso, al ser preguntado por su paradero, manifestó: «Mi tía está en una residencia de Ávila, aunque no me acuerdo del nombre del centro». El padre de B. dijo: «Hace años que no hablo con mi hermana». La Guardia Civil realiza comprobaciones para determinar que la anciana, en efecto, se encuentra internada en la residencia desde hace cuatro años, supuestamente a raíz del suicidio de su hijo.

Fue entonces cuando la mujer dejó a cargo de su sobrino la responsabilidad de los contratos de alquiler de la que hasta ese momento había sido su casa. B. arrendaba habitaciones e incluso tenía una para él mismo en el chalé, aunque también pasaba temporadas en la casa de su padre, al sur de Madrid. De ahí que los vecinos de Majadahonda le vieran ir y venir.

Adriana llevaba tres meses viviendo en la calle de la Sacedilla, 6. Había alquilado una habitación y, aunque su sueño era trabajar en el mundo del arte, se había empleado como «au pair» en Hamburgo (Alemania) y luego en un Burger King de Majadahonda. En febrero viajó hasta Argentina, para ver a su familia. El día 29 de marzo tomó un vuelo de regreso a Madrid, donde llegó el día siguiente. Fue ese día o a lo sumo el 1 de abril cuando presuntamente, en un arrebato (B. tenía diagnosticada una esquizofrenia por la que incluso llegó a pasar una temporada en un psiquiátrico), su casero la mató.

Luego, intentó deshacerse del cadáver descuartizándolo y picándolo en la trituradora. Sin embargo, el aparato apenas tiene un diámetro de cuchilla de entre 10 o 12 centímetros, por lo que pronto se dio cuenta de que su truculenta empresa era imposible. La máquina era inútil para romper hueso. Entonces, siempre según las fuentes judiciales consultadas, metió el cuerpo en tres bolsas de basura, que arrojó de madrugada en sendos contenedores.

B. se quedó con el teléfono móvil de Adriana, para tejer su coartada. El celular no paraba de recibir llamadas de la familia de la mujer argentina. Así que optó por mandar un WhatsApp al hermano de ella, haciéndose pasar por su víctima. «He llegado bien», venia a decir el escueto mensaje. Pero los parientes de la víctima no se quedaron satisfechos y una semana después su hermano viajó hasta Madrid, donde interpuso la denuncia por la desaparición el 6 de abril. La Guardia Civil puso en marcha su protocolo de desapariciones sospechosas.

Para entonces, B., el día anteriormente escribió a ordenador una nota como si se tratara de Adriana, suplantándola de nuevo. Era una carta en la que se despedía de su empleo, aludiendo a «razones personales», según ha podido saber ABC. La introdujo en la hamburguesería por debajo de la puerta.

El último WhatsApp

Curiosamente, el mismo día de la denuncia, a las 21.10 horas, el móvil de Adriana dejó de funcionar. Su última conexión a WhatsApp fue a esa hora. El teléfono, por cierto, sigue sin aparecer, precisaron las mismas fuentes, que no tienen constancia de que fuera introducido en la maleta de un viajero del AVE Atocha-Barcelona.

Finalmente, el día 7, martes, se produjo la detención de B. y esa madrugada, la del miércoles 8, el registro de la casa. En la habitación de Adriana se encontró el billete de avión. Y en el garaje, entre sillas y colchones, y demás enseres propios de una especie de trastero, la trituradora de carne, que está siendo analizada por Criminalística y cuyos restos orgánicos serán comparados con el ADN del hermano de Adriana.

Durante el registro, B. Se mostró como un joven aparentemente normal, educado y correcto, «pero frío y calculador», indicaron las mismas fuentes. «Se preocupaba mucho, eso sí, en preguntarle a su abogado sobre sus derechos», añadieron.

Paralelamente, se ha dado orden al vertedero de Pinto, donde acaba la basura de Majadahonda, para que la inmovilicen. Los agentes creen que entre bolsas y bolsas encontrarán las que esconden el cuerpo desmembrado de Adriana. La instrucción, declarada bajo secreto, corre a cargo del juzgado número 1 de Majadahonda.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación