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Valdebebas: un barrio de lujo sin vida

El nuevo desarrollo tiene ya 6.000 vecinos. Se quejan de que pagan más de 900 euros de IBI y les faltan colegios, red de transporte y centros de salud

Valdebebas: un barrio de lujo sin vida ABC

tatiana g. rivas

Cuando llegas a Valdebebas tienes la sensación de que va a aparecer en cualquier momento Eduardo Noriega caminando solo por la carretera, como lo hacía en «Abre los Ojos» ante una desértica Gran Vía. También este nuevo barrio de lujo podría ser el escenario para rodar un capítulo de una ciudad donde no queda rastro de la humanidad. Cuesta ver a personas caminando por sus calles o niños en los columpios. Apenas funcionan comercios. De lo que hay movimiento, aunque también escaso, es de vehículos. De eso sí, porque es difícil vivir en este lugar si no se tiene coche a día de hoy; es algo en lo que coinciden sus vecinos -6.000 según la Junta de Compensación , aunque los residentes calculan que no llegarán a los 2.000 viviendo a diario-.

Valdebebas está dividido en dos zonas: la oeste y la norte, separadas por más de dos kilómetros. En la parte oeste, la que está junto a las Cárcavas, no hay ni un solo establecimiento comercial abierto ni viso de que lo haya a corto plazo. «O nos vamos a la zona norte en coche o hay que desplazarse a otros barrios como Sanchinarro», afirma Pilar, una residente de la parte oeste. «¡También queremos un chino!», añade antes de coger su coche. Lo dice porque en la zona norte, la más poblada, el primer local que se inauguró fue uno regentado por asiáticos. Ya hay dos y se espera que abra un tercero.

La zona privilegiada

También en esta parte más privilegiada comercialmente, donde los pisos cuestan entre 200.000 y 700.000 euros, abrió en diciembre una farmacia y en septiembre una cafetería. «Mi jefe sabía que esto era una aventura. Que suponía una inversión muy grande, pero que a largo plazo puede ser rentable», cuenta Alejandro García, el encargado de Gios Coffee.

En ese momento no tiene clientes. «Viene más gente el fin de semana, sobre todo personas que vienen a ver la zona y pisos. Los que ya están viviendo aquí están muy ilusionados con el barrio», manifiesta este trabajador.

Álvaro Medina es el dueño de la primera farmacia de Valdebebas. Este joven empresario ha trasladado su negocio desde La Elipa. La licencia han tardado cuatro meses en concedérsela. «Decidí que aquí había proyección de futuro, pero tardé en mudarme casi tres años desde que pedí el traslado de negocio al ayuntamiento», informa. Junto a esta farmacia esperan tres personas el único medio de transporte público que tiene el barrio: un autobús de Servicio Especial que pasa cada media hora y que no circula por la noche. Marina Enríquez cuenta que tarda casi una hora en llegar a su lugar de trabajo desde el Barrio del Pilar, y otra hora para regresar, pese a que esté tan cerca. Coge este autobús en Mar de Cristal. «La comunicación es nefasta y hace mucho aire y frío mientras se espera», opina tratando de refugiarse pegada a la entrada de un edificio.

Begoña Larios pasea con sus dos bebés por la calle. Hace un año que se mudó con su familia a Valdebebas. Vive en un piso de protección pública por el que tiene que pagar más de 900 euros de Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI). «Faltan un montón de servicios: colegios, supermercados,... La compra la solemos hacer por internet para que nos la traigan a casa. El chino nos salva. Lo que más echo en falta es un supermercado», admite.

Mucho más enfadado vierte su opinión Fernando Relea mientras camina junto a su perra: «Es una burrada lo que pagamos de IBI para los servicios que tenemos. Hace falta un centro sanitario. Tengo que ir a Barajas para ello. No hay zonas para perros, el Cercanías está cerrado y la limpieza de las calles es penosa».

Estación cerrada

Fomento construyó entre 2010 y 2011 la estación de Cercanías junto a la Ciudad Deportiva del Real Madrid , pero espera a abrirla cuando la población de Valdebebas alcance el 80 por ciento. Para eso aún quedan unos años. Miguel Ortiz es un jubilado que acude a Valdebebas porque allí reside su hija. Es de los más optimistas a la hora de hablar del barrio: «Aún hay poco comercio, pero en un futuro será una gran zona». El TSJM paralizó esta ciudad en verano, pero el ayuntamiento ha aprobado una nueva reparcelación económica que permitirá entregar licencias. Esto aviva el entusiasmo de los actuales residentes por la llegada de nuevos vecinos, más necesidades y, con ello, la vida de un barrio de verdad.

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