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Boëtticher

Siete intentos para una nave olvidada

El proyecto para reconvertir la vieja fábrica de ascensores ha tardado doce años en materializarse

Siete intentos para una nave olvidada abc

A. Delgado

«Lo que distingue a los países serios y las administraciones serias es la continuación de las obras que se emprenden». Las palabras de Ana Botella pusieron ayer el broche a un proceso que ha tardado doce años en ver la luz . En el camino quedan seis presentaciones a bombo y platillo de una «catedral» para las tecnologías que se quedó en el limbo varias veces por falta de liquidez. En 2009, un acuerdo entre el Ministerio de Industria y el Ayuntamiento de Madrid –con Miguel Sebastián y Ruiz-Gallardón al frente, respectivamente– desbloqueó la operación con un préstamo de 34 millones. Un dinero que permitió, en 2011, iniciar la reconversión de este espacio olvidado de Villaverde. Ese año fue la séptima vez que se anunció el proyecto, entonces bajo el nombre de la «Catedral de las Nuevas Tecnologías».

La nave de Boëtticher, con bóvedas de hormigón y amplios lucernarios por donde entra la luz natural, siempre se ha conocido como la «catedral». Atribuida a Eduardo Torroja, los informes municipales señalan sin embargo que el edificio es del ingeniero Manuel Cámara Muñoz. Dedicada durante más de medio siglo a la fabricación de ascensores de la sociedad Boëtticher y Navarro , en 1993 fue abandonada tras entrar en quiebra. El Ayuntamiento inició entonces un complejo proceso judicial para recuperarla. Mientras, el proyecto se presentó hasta en seis ocasiones –siete con la definitiva de 2011–: en febrero de 2003 se firmó un convenio entre el Ayuntamiento y los síndicos de la quiebra, y se hablaba de hacer allí una universidad laboral; en febrero de 2006, el alcalde presentó 40 actuaciones para Villaverde que incluían ésta medida; en junio de ese mismo año se falló el concurso de ideas para la nave; en julio de 2008 se firmó el «texto definitivo del convenio» para el ámbito; en diciembre de 2008 se autorizó el contrato de obras y reanunció la operación; y en 2009 se alcanzó el acuerdo con el Ministerio de Industria con un préstamo de 34 millones.

Aún así, el ya Campus de la Innovación de Madrid sigue sin estar exento de quejas. «Sabemos que va a haber temas de formación, divulgación científica, emprendedores, pero sin concreción», dijo ayer el portavoz socialista Jaime Lissavetzky que se quejó de que solo hay presupuestados «200.000 euros para mobiliario» .

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