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CURIOSIDADES DE MADRID

La triste historia de la mujer bigotuda de Madrid

Esta enigmática dama de principios del siglo XX caminaba por la capital presa de las miradas curiosas y crueles

La triste historia de la mujer bigotuda de Madrid ARCHIVO DE ABC

ADRIÁN DELGADO

«Alta, delgada, con un mirar fijo que parece ensanchar la redondez oscura de las pupilas; con una palidez extraña, mate, viscosa, como de ser que vive en lo oscuro; de andar resbaladizo, sorteador de obstáculos, la mujer bigotuda pasea por Madrid...». Mauricio López-Roberts, escritor y diplomático español de la Generación del 98, describió en 1906 a los personajes célebres de la capital en su serie «Gente que anda por Madrid». En ella relataba historias tan curiosas como la de esta enigmática dama que siempre iba «sola, apresurada, como si alguien la esperase con ansia».

El motivo no era otro que esconder su «mostacho» de las miradas curiosas y crueles de los madrileños de principios del siglo XX. «Si cualquier curioso la sigue, verá que su rumbo es incierto, que tan pronto anda como desanda el camino, sin detener por un instante su ajetreo inquieto y desconcertado de animal perseguido», explicaba López-Roberts. «La mostachuda ha debido sufrir alguna vez un terrible e incurable pánico. Alguien, algo la hizo emprender algún día su caminata, y la infeliz parece no haberla interrumpido. No conoce á nadie», añadía en el escritor en las páginas de Blanco y Negro.

La mujer no hacía nada por ocultarlo. «En tiempos, empleó pomadas, opiatas, depilatorios crueles; resucitó recetas antiguas para extirpar el inoportuno vello. Mas en tan terrible lucha la pobre quedó vencida; resignose a mostrarse tal y como era», contaba López-Roberts.

Nadie sabía donde vivía

Nadie la vió entrar en ningún portal de Madrid. Tampoco se subía a los tranvías. El escritor sugería que la mujer bigotuda podría vivir en un «albergue, madriguera ó cubil donde se resguarda de la naturaleza y de los inclementes hombres».

«Un día desaparecerá del mundo la mujer bigotuda y nadie descifrará el enigma de su vida ni el de su muerte», apuntó en su artículo el escritor. Lo cierto es que más allá de sus líneas nadie más hablo de su historia, tan singular como su existencia. «En algún paraje escondido la pobrecilla respirará por última vez», proseguía en la dramática historia. «Su rostro pálido se angustiará con el terrible sufrir de la agonía y sobre la boca el bigote negreará, sellando con su sombra la doble línea de los labios que bajo él no se entreabrieron nunca en una sonrisa ni jamás palpitaron con un beso», concluyó López-Roberts en esta curiosa historia que rescatamos del archivo de ABC.

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