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Detenida una médico de la cárcel de Aranjuez acusada de tráfico de drogas

La policía judicial arrestó a la sanitaria por, presuntamente, introducir droga y distribuirla a través de un preso, con el que mantenía una relación amorosa

Detenida una médico de la cárcel de Aranjuez acusada de tráfico de drogas ÁNGEL NAVARRETE

Lola Martínez

La médico responsable del módulo nueve de la prisión de Aranjuez fue detenida el martes pasado por un presunto delito de tráfico de estupefacientes. Miembros de la policía judicial acompañados de un secretario judicial, del director de la prisión y del subdirector de seguridad llegaron a primera hora de la mañana a la cárcel. Allí cachearon a la presunta culpable y registraron su vestuario y su mesa de trabajo. Desde la prisión se la llevaron detenida a su domicilio para proceder a su registro en busca de posibles pruebas.

La dirección de la cárcel avisó al Juzgado hace al menos un mes de una conducta incorrecta por parte de un miembro del equipo sanitario, que atiende a los reclusos. Tanto los funcionarios como el resto de presos comenzaron a sospechar que la médico mantenía una relación con uno de los internos porque ambos mantenían largos encuentros en su despacho. Esto ocurría fuera del horario establecido para las revisiones médicas rutinarias. Testigos afirman que las consultas, llevadas a cabo durante las guardias de la médico, podían alargarse hasta tres horas y que se escondían detrás de un biombo, lo que llevó a pensar al equipo directivo que entre ellos existía una relación personal, más allá de lo que permite el reglamento penitenciario.

Cuando el juzgado decretó diversas medidas para el control de la funcionaria –como pincharle el teléfono y hacerle seguimientos fuera de su horario laboral– se confirmaron las sospechas. La relación entre la médico y el preso se comprobó cuando este disfrutaba de unos días de permiso, cuando se dejaron ver paseando de la mano por Valdemoro, la ciudad donde ella reside.

Ella es una de las funcionarias más veteranas de las que componen la institución. Pese a que hasta ahora su comportamiento no había sido motivo de investigación o queja, varios testigos confiesan haberla visto tecleando un ordenador apagado, con la mirada perdida o hablando sola con un tono muy elevado. Gestos que hacían sospechar a sus compañeros que sufría algún tipo de trastorno mental. Además, la tachaban de «loca». Aún así, este asunto quedaba como una simple anécdota, sin merecer mayor importancia entre los funcionarios, con los que ella mantenía una buena relación.

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