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Desconcierto entre los comerciantes ante el cierre al tráfico del centro

La medida, una gran desconocida en la calle, es acogida con sorpresa e incertidumbre por quienes trabajan o regentan negocios en la zona

Desconcierto entre los comerciantes ante el cierre al tráfico del centro víctor lerena

IGNACIO BOLEA/SARA MEDIALDEA

Desconcierto es la palabra que mejor define el sentimiento que han experimentado muchas asociaciones de comerciantes y vecinos de la zona centro cuando han conocido los planes de la alcaldesa Ana Botella para cerrar al tráfico toda la almendra central a partir del 1 de enero . «No sabíamos nada», señalan, al tiempo que piden detalles, y sobre todo reflexión sobre una medida que, temen, puede afectarles gravemente.

Florencio Delgado, presidente de la Asociación de comerciantes de Gran Vía, aseguraba ayer estar muy sorprendido. «No hemos tenido noticia alguna» del plan municipal, aseguró. La idea de cerrar el centro a la circulación, recuerda, «se suscitó hace ya mucho tiempo, pero pensé que era algo que ya se había postergado».

Considera que podría «ser una buena idea si se hicieran a la vez aparcamientos disuasorios», porque de no hacerlo así, «no sé qué va a hacer el que venga de fuera, de Soria, de León, de La Coruña, a pasar el fin de semana, ¿Dónde va a aparcar? ¿O le metemos en centro y que le multen? Sería un desasatre absoluto y completo», aseguró.

A pesar de presidir la asociación que reune a los comerciantes de Gran Vía –justo en la frontera de la zona en que ya no pueden circular los coches privados–, y de ser además miembro de la asociación de comerciantes y vecinos de Centro, Florencio Delgado asegura no haber sido convocado en ningún momento por el Gobierno de Ana Botella para tratar de este posible cierre del centro a la circulación de vehículos privados .

Añade además lo inapropiado del momento: «La situación del comercio es muy complicada; la crisis se mezcla con la norma que permite abrir 365 días al año, y eso para el pequeño comercio es un desastre». Ahora, añade, «pensar en peatonalizar es una barbaridad».

Primero, limpieza

Tampoco le convence la medida a la Confederación de Comercio de Madrid (COCEM): su presidente, Hilario Alfaro, dice que los comerciantes de la capital que forman parte de esta asociación –84 organizaciones empresariales que representan más de 60.000 empresas en toda la región– tampoco conocían el proyecto municipal de cerrar al tráfico privado el centro.

Desconoce Alfaro si esta decisión de la Administración municipal es fruto de una «simple idea» o si se ha realizado un estudio previo «riguroso» desde el punto de vista del impacto medioambiental y económico para la actividad comercial, hostelera y de transporte. El centro tiene, a su juicio, otras «necesidades urgentes», y especifica: «El tema de la limpieza de las calles es prioritario, y el Ayuntamiento debería de centrar su foco de atención en este asunto que daña tanto la imagen de la capital».

El precandidato socialista a la Alcaldía madrileña Antonio Miguel Carmona, que comenzó ayer su campaña recorriendo los comercios de Gran Vía, tampoco ve clara la idea tal y como se ha planteado: cree que «lo primero es un plan urgente de limpieza, porque está Madrid que da asco». Esa sería, dijo, su primera medida. La peatonalización, añadió, «no puede ser un eslogan electoral», sino una consecuencia de la limpieza de Madrid, planes de promoción del comercio y un adecuada cuantificación de la oferta de transporte público. «Sólo luego, llegaría la peatonalización».

Sorpresa e incertidumbre

A la mayoría de comerciantes de la zona la medida les ha pillado de improviso. Eugenio, dueño de un bar, cuenta que ha visto alguna cosa en los medios pero «nadie le ha comunicado nada». Aunque tiene que esperar a conocer los detalles, le preocupa cómo van a llegar los clientes a su establecimiento. Una inquietud similar comparte Kumals, que teme que el corte de tráfico haga que los madrileños prefieran salir por otras zonas.

En el interior de una óptica, Enrique y Miguel Ángel no se ponen de acuerdo. Para el primero, la operación contribuirá a que haya más paseantes, pero cree que «se queda corta y lo que debería hacerse es peatonalizar la calle por completo». Pero para su compañero, que vive en Rivas, esta medida supondría un importante transtorno: normalmente va a trabajar en su coche y tarda solo veinte minutos, pero si usara el transporte público, el viaje se alargaría hasta la hora.

A Javier, que regenta una taberna gallega, le preocupa un detalle: que las furgonetas que le traen la mercancía solo puedan circular de diez de la mañana a una del mediodía. «Nos están comprimiendo mucho el tiempo, no van a poder dar servicio a todos», asegura. Pero es escéptico: «Ya veremos si este plan se acaba efectuando...».

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