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LOTERÍA DE NAVIDAD

La fortuna también se equivoca: errores y anécdotas de la Lotería de Navidad

La primera niña de San Ildefonso en anunciar el Gordo, ni siquiera se percató; a otra, la suerte se le escapó de las manos y un hombre soñó el número premiado... pero nadie le creyó

La fortuna también se equivoca: errores y anécdotas de la Lotería de Navidad LUIS RAMÍREZ

ABC.ES

La lotería nació hace más de tres siglos, pero sus protagonistas siguen siendo los más jóvenes. Trescientos años de errores , deslices... porque a veces la fortuna también se equivoca.

A menudo, los inocentes fallos de los «voceros» de la suerte de San Ildefonso son los más simpáticos. Sin embargo, lejos de su tierna imagen, embutidos en disfraces que revierten la teoría de Peter Pan, no todo el mundo recibe sus equivocaciones con la gracia y condescendencia con la que deberían por su edad. Cuando la vida de una persona puede cambiar por un cero de más o de menos, son muchos los que no contemplan la piedad.

En 1954, uno de los pequeños de la tricentenaria institución confundió las cantidades del premio y cantó 10.000 pesetas para el número 4.073, pero la recompensa que debía haber anunciado era 20 veces superior: 200.000.

Más popular y cercano en el tiempo fue el error cometido por Carolina, la primera niña en dar el Gordo , aunque no se percató del hito hasta que llegó a la mesa. Tenía 13 años y sonreía por «su» momento, pero un despiste le impidió ver el último cero de la bola y cantó un quinto en lugar del gran premio.

Otras han sido menos afortunadas y además del estupor de los premiados se han llevado una regañina en público. El Gordo, tan ansiado para algunos, también pasó desapercibido para Gemma Suárez. La pequeña cantó un premio de 125.000 pesetas para el 20.064; la cantidad que debía haber anunciado era de 250 millones de pesetas. El despiste de la joven no solo provocó la sorpresa de los afortunados en recibir el galardón, que ensancharon su sonrisa cuando se verificó la recaudación real, sino también la del inspector de la mesa que, sorprendido, no pudo evitar acallar un « ¿Qué has cantado aquí, niña? » cuando observó la bola.

La Lotería de Navidad es azarosa pero los nervios, más mundanos, juegan a menudo malas pasadas . En 2006 la fortuna se le escapó de las manos a otra niña de San Ildefonso, y a la bola que se deslizó de entre sus manos la acompañó un improperio: «Joder, se me ha caído la bola en la planta. «¿Dónde esta...? ¡Qué vergüenza! No la encuentro. No está». Finalmente apareció, escondida junto a una Flor de Pascua que reposaba a un lado de la mesa.

A pesar de ser los protagonistas indiscutibles del Sorteo de la Lotería de Navidad, esta, a lo largo de sus tres siglos de vida, ha dado pie a un sinfín de anécdotas .

Y la suerte les dio el premio

Desde un hombre que soñó el premio y acertó, hasta un inmigrante, sin dinero, al que la suerte cambió el devenir. El primero de ellos, un malagueño, acudió en 1949 a la Oficina de Correos asegurando que el 55.666 sería el afortunado en el Sorteo de la Lotería de Navidad . Nadie le creyó, hasta que el Gordo cayó en ese número que el improvisado vidente había augurado .

Pero sin duda, las historias que más calan entre la gente son aquellas que inundan de ilusión vidas sin esperanzas. Quizás porque, aun sin saberlo, todos quieren ser esa afortunada persona a la que la suerte salva de un aparentemente destino aciago. Sin duda, en 2009 algo se alteró en la vida de un inmigrante que se llevó el Gordo, o por lo menos en su cuenta bancaria, que pasó de cero a 300.000 euros en el tiempo que tardó la bola en salir del bombo.

Y en 2013 el tinerfeño Jesús Llorente probó la sensación de recibir en directo el bote, al llevarse los 125.000 euros del segundo premio (número 79.712). La fortuna le pilló de testigo, desprevenido , en las gradas del Teatro Real, donde se celebraba el Sorteo de la Lotería.

La suerte no entiende de géneros, edades, circunstancias u orígenes. Si no, que se lo digan a las niñas de San Ildefonso, al extranjero residente en España, al «adivino» o a los oportunos como el canario Llorente.

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