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entrevista

«Aunque hace 35 años que vivo en Nueva York, aún pienso y sueño en toledano»

Hilario Barrero, pregonero del Corpus Christi 2013

«Aunque hace 35 años que vivo en Nueva York, aún pienso y sueño en toledano» j.n.

maría josé Muñoz

—Viene desde Nueva York a Toledo para presentar su nuevo libro, «Nueva York a diario». Y también para pronunciar el pregón del Corpus 2013. ¿Qué sintió al escuchar la oferta?

—Cuando hace unos meses el concejal de Cultura se puso en contacto conmigo para invitarme a ser el pregonero del Corpus, enseguida, sin saber por qué, se me echó encima la presencia de mi madre, y sentí el peso del barrio donde nací. Y el recuerdo de ella me trajo el de tantos otros padres y madres que ya no están con nosotros. Gente de las Covachuelas o del casco antiguo, de Santa Bárbara, del Polígono, de San Justo o de Santa Leocadia, obreros o profesionales que, durante toda su vida, asistieron a la procesión y se arrodillaron delante de la Custodia

—Sus diarios tienen como escenario real Nueva York, pero hay otro escenario virtual en ellos, Toledo, una ciudad madre para muchos, pero madrastra también para algunos otros. ¿Cómo es ahora su relación con la ciudad que le vio nacer en la calle Santo Tomé , y que luego le vio marcharse lejos, para siempre?

—A mí me habría gustado que Toledo hubiera sido mater et magistra, pero se volvió madrastra, o yo me volví hijastro, no lo sabemos. Alguien nos dio a comer la almendra amarga del cigarral del olvido.

—Pero esa misma Toledo ahora le llama, reclama su presencia para pregonar su Fiesta Grande. ¿Se siente por ello profeta en su tierra, como dice la editorial de su libro, Impronta?; ¿o quizá sea mejor decir hijo pródigo?

—En estos tiempos tal vez no sea bueno ser profeta porque te pueden arrojar al foso, y que te coman los leones. Pero diríamos que he pasado de ser humo a ser fuego. He leído unas palabras del alcalde, señor García-Page, que me han sorprendido gratamente y que, en cierto modo, resumen un poco mi vuelta a Toledo: «Estoy convencido de que a ello nos inducirá también el poeta y creador Hilario Barrero, toledano del barrio de Santo Tomé y residente en Nueva York, quien en los últimos meses ha iniciado una activa relación con la vida cultural de nuestra capital». Ese inicio se ha debido en cierta parte a ABC, que me ofreció sus páginas para que colaborara.

—El ex alcalde de Toledo, Juan Ignacio de Mesa, -amigo suyo de la infancia-, le visitó el año pasado en una Nueva York golpeada por el huracán Sandy. ¿Qué Toledo sentimental comparten ustedes?; ¿qué sentía el adolescente, el joven poeta en aquella vieja Toledo provinciana?, ¿qué le impulsó a marcharse de aquí?

—Fue una reunión inolvidable. Yo le había invitado a dar una clase en uno de mis cursos e hizo una presentación impecable en power point que conservo. Pero no pudo ser, como tampoco se celebró el maratón, por el huracán. Aún así, valió la pena tardar casi tres horas y media en ir a Manhattan para verle, un trayecto que en circunstancias normales dura media hora. Compartimos un barrio, un tiempo, una educación y, con mi familia, un ritual: el de ir a comprar cada domingo una docena de pasteles a la confitería de su familia, y recibir de doña Consuelo un caramelo. Ella sabía que había que poner entre los pasteles dos cafeteros para mi madre.

La mirada del poeta

—Además de escritor, traductor y catedrático universitario, usted es un reconocido poeta. ¿Qué tienen los poetas, por quién o por qué están tocados los poetas para decir lo que todos sentimos dentro y nunca seremos capaces de expresar?

—Esas son muchas feathers in my cap. Con una pluma me bastaría. Aristóteles lo sabía: un poeta es el que tiene una mirada «no inútil» y puede ver ciertas analogías que otros no ven. Pero ¿ha pensado usted en las miles de metáforas que yo no puedo ver?

—¿Qué papel jugó en su vida y en su obra el recordado poeta Juan Antonio Villacañas? He visto una foto de un jovencísimo Hilario Barrero junto al que dicen fue su maestro. Háblenos de él.

—Seguí el proceso de creación de libros tan importantes como Los sapos o Una llama entre los cerezos. A veces me leía algún poema terminado. Gracias a él me invitaron a participar en las «Alforjas para la Poesía» que se celebraron en el Teatro de Rojas. Y fuimos juntos con otros poetas y artistas dando recitales por la provincia. Fue una época gloriosa.

El paso del tiempo

—¿Dónde está su casa, en su apartamento de Nueva York, en su casa de decenas de habitaciones de su infancia toledana, en sus diarios, en los poemas de los autores americanos e ingleses que tanto ha traducido, en su barrio de Brooklyn, en la soledad de las noches con vistas a Manhattan, en compañía de alguien?

—Mi casa está en donde esté el amor.

—El paso del tiempo es una línea argumental fija en sus libros; la pérdida de la belleza, la añoranza de la juventud, el pasado glorioso, el futuro negro como boca de lobo... ¿No hay esperanza para el ser humano; no hay nada que merezca la pena trascender?

—Bueno, le daremos razón al endecasílabo famoso: Lo que quede, si algo queda, «…polvo será, mas polvo enamorado».

—Después de 35 años viviendo en Nueva York, un toledano, un «bolo» como usted, debe ser ya casi bilingüe. Pero..., ¿en qué idioma piensa, en qué sueña?

—¡En toledano! Dicen que cuando van a darle un trabajo importante a alguien y esa persona es bilingüe, le llaman cuando está durmiendo para a ver cómo respondería, si en inglés o en español. Yo siempre seré un bolo de Santo Tomé.

—Usted participa habitualmente en actos del Instituto Cervantes de Nueva York. ¿Qué valor tiene, a día de hoy, el idioma castellano en el mundo, y particularmente en USA?

—Es la segunda lengua. De ser el idioma «en el que hablaban las criadas», ha pasado a ser el idioma de políticos, actores, cantantes hispanos destacados. En el futuro habrá un presidente hispano.

—¿Qué anhelos tienen sus alumnos, esos a los que diariamente enseña cosas tan «difíciles» como el subjuntivo del castellano, o les habla de Cervantes, de Lope de Vega, de Pérez Galdós, Cernuda, García Lorca…?

—La mayoría, seamos sinceros, pocos anhelos. Más bien buscan una buena nota para mejorar su promedio final. Sin embargo, hay algunos que continúan sus estudios y otros que consiguen finalizar el doctorado. Y esto es muy satisfactorio para un profesor.

—Finalicemos con el pregón. Además de poesía, ¿sorprenderá a sus paisanos con algo especial?

—En agradecimiento a ABC, el periódico donde aprendí a leer, que me dio la oportunidad de colaborar con él, les adelanto que en la tercera parte del pregón, aparte de unos fuegos artificiales y traca final más dos sonetos, descubriremos tres artículos publicados en un prestigioso periódico americano que hablan del Corpus y que, según creemos, no han sido nunca descubiertos ni forman parte de la bibliografía del Corpus. Si quieren saber más tendrán que ir al pregón.

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