Diez ejemplos de un Madrid monumental
Fue construido por el genial Juan de Herrera entre 1582 y 1584 - de san bernardo

Diez ejemplos de un Madrid monumental

Desde el Puente de Segovia a la plaza de toros de Las Ventas, pasando por la Plaza Mayor o la estación de Atocha... si algo brilla en la capital son sus magníficas obras arquitectónicas

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Desde el Puente de Segovia a la plaza de toros de Las Ventas, pasando por la Plaza Mayor o la estación de Atocha... si algo brilla en la capital son sus magníficas obras arquitectónicas

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  1. El Puente de Segovia: más de cuatro siglos lo contemplan

    Fue construido por el genial Juan de Herrera entre 1582 y 1584
    Fue construido por el genial Juan de Herrera entre 1582 y 1584 - de san bernardo

    El de Segovia es el más antiguo de los puentes que cruzan sobre el cauce del río Manzanares. Se encuentra al final de la calle Segovia y fue construido entre 1582 y 1584 por Juan de Herrera. Esta construcción sustituía a un deteriorado puente anterior y sustentaba lo que entonces era uno de los más importantes y concurridos accesos a Madrid, que se había convertido en la nueva capital del reino apenas dos décadas antes -1561-.

    El puente de Segovia mide 148 metros de longitud, 9,2 metros de ancho y casi 13 metros de altura en la parte central. Se sustenta sobre nueve arcos de medio punto, apoyados sobre sillares de granito, y el antepecho que lo remata está decorado con las típicas bolas de piedra herrerianas.

    Las notables dimensiones del puente y su sólido aspecto, en comparación con la modestia del Manzanares, suscitaron en su momento los comentarios burlones de autores como Luis de Góngora y Lope de Vega, quien sugirió a las autoridades locales que vendieran el puente o que compraran un río.

  2. 237 balcones miran a una de las plazas mayores más bonitas del mundo

    La Plaza Mayor mide 129 metros de largo por 94 de ancho
    La Plaza Mayor mide 129 metros de largo por 94 de ancho - belén díaz

    La Plaza Mayor es uno de los enclaves urbanos más hermosos, transitados y emblemáticos de lo que se conoce como el Madrid de los Austrias. El rectángulo de la plaza, conformado por los edificios de viviendas de tres plantas que la delimitan, mide 129 por 94 metros y dispone de nueve puertas.

    Concebida como un monumental escenario, los 237 balcones que miran al interior de la plaza han sido desde sus orígenes palcos privilegiados para todo tipo de acontecimientos multitudinarios; acontecimientos que en el presente son felizmente festivos, pero que antaño no excluyeron los autos de fe contra los supuestos herejes y las ejecuciones de los condenados a muerte.

    Su origen se remonta a 1581, cuando Felipe II encargó a Juan de Herrera que proyectara la reordenación del bullicioso y también caótico espacio de la antigua plaza del Arrabal. Se trataba de dotar a la ciudad de infraestructuras dignas de su recién estrenada capitalidad y, sobre esta base, Diego Sillero inició en 1590 la construcción de la Casa de la Panadería, que será el primer edificio de la futura Plaza Mayor.

    Felipe III encargó la consecución del proyecto a Juan Gómez de Mora, que completaría el recinto porticado en 1619. Sin embrago, su aspecto actual se debe al arquitecto Juan de Villanueva, al que se encargó su reconstrucción tras el último de una cadena de graves incendios -en 1790-. Villanueva realizó cambios importantes, como reducir la altura de las viviendas de cuatro a tres pisos y cerrar las esquinas, antes abiertas, con arcos.

    La estatua ecuestre de Felipe III que se eleva en el centro de plaza data de 1616, aunque no se instaló en tan señalado emplazamiento hasta el siglo XIX, y es obra de Juan de Bolonia y Pietro Tacca. La urbanización del rectángulo interior de la plaza también ha sufrido remodelaciones diversas; la última, entre 1967 y 1969, la libró del tráfico rodado y permitió habilitar un aparcamiento bajo su superficie.

  3. Una Casa de la Villa perfeccionada por diversos maestros

    La Casa de la Villa fue iniciada en 1626 por Juan Gómez de Mora
    La Casa de la Villa fue iniciada en 1626 por Juan Gómez de Mora - abc

    La Casa de la Villa, la que hasta hace poco fuera sede del Ayuntamiento de Madrid, se encuentra en la plaza del mismo nombre -de la Villa-.

    Hace siglos, el concejo municipal celebraba sus sesiones en la desaparecida parroquia de El Salvador, en la calle Mayor, hasta que bien entrado el siglo XVII e instalada ya la Corte en Madrid, se considera la necesidad de dotar al Ayuntamiento de una sede apropiada. El maestro mayor de la Villa, Juan Gómez de Mora, comenzó la construcción en 1626 y a éste le sucedió en 1648 su discípulo José de Villarreal.

    En 1690 Teodoro Ardemans decoró las paredes del llamado Patio de Cristales, por estar cubierto por una gran vidriera, y en 1692, año en que terminó la primera fase de las obras, Antonio Palomino pintó los frescos de la bóveda del salón de Plenos.

    Otras estancias destacadas del edificio son el salón de Goya, la capilla, que también cuenta con frescos de Palomino, y la gran escalera central. En 1771, Juan de Villanueva realizó la columnata de orden jónico de la calle Mayor. La fachada principal de granito y ladrillo cuenta con dos portadas, decoradas por José del Olmo y Teodoro Ardemans, debido a la inicial función doble que el edificio iba a tener: cárcel y concejo. Ambos extremos de la Casa de la Villa se rematan con torres cubiertas con pizarra, al igual que los tejados.

  4. Un Palacio Real con 100.000 metros cuadrados

    Las obras del Palacio Real se prolongaron durante casi tres décadas (1736-64)
    Las obras del Palacio Real se prolongaron durante casi tres décadas (1736-64) - jaime garcía

    El Palacio Real, en la calle de Bailén, está considerado como uno de los conjuntos arquitectónicos más emblemáticos y hermosos de Madrid, tanto por su emplazamiento como por su arquitectura y por la riqueza artística que contienen sus dependencias.

    Se levanta en el privilegiado lugar en el que estuvo la fortaleza árabe que, en el siglo IX, fue el origen de «Magerit». Cuando Alfonso VI de Castilla conquista la ciudad, dos siglos más tarde, el primitivo castillo musulmán se convierte en el Alcázar de los reyes cristianos que, a lo largo de los siglos, lo van sometiendo a sucesivas reformas.

    Bajo el mandato de los Austrias la antigua fortaleza llegó a adquirir el aspecto de una auténtica residencia palaciega, hasta que en 1734 sufre un incendio devastador que la reduce prácticamente a ruinas. Es entonces cuando Felipe V encarga a Filippo Juvara levantar un nuevo palacio en el mismo emplazamiento, aunque finalmente es su discípulo, Juan Bautista Sachetti, el que realiza los planos definitivos, con la colaboración de Ventura Rodríguez, a quien se debe la majestuosa Capilla Real.

    Las obras comenzaron en 1736 y se prolongaron hasta 1764. De trazado cuadrangular, el palacio se organiza en torno a un gran patio central, siguiendo el esquema de los antiguos alcázares, mientras que las fachadas, en las que se empleó granito, piedra blanca de Colmenar y mármol para relieves y detalles, están inspiradas en las que realizó Bernini para el Louvre en 1665.

    El alzado consta de dos cuerpos: un zócalo almohadillado y un cuerpo superior de orden jónico con gigantescas pilastras, rematados por cornisa y balaustrada. Las plantas son tres, nobles, y cuatro entreplantas, debajo y encima de cada una de las principales. Las fachadas del palacio miden 130 metros de lado por 33 de alto; 870 ventanas y 240 balcones se abren a fachadas y patio. La superficie asciende a 100.000 metros cuadrados, y cuenta con 44 escaleras y más de 30 salones principales.

    Carlos III lo inauguró

    Durante el reinado de Carlos III, primer rey que se instaló en el palacio, en 1764, Francisco Sabatini amplió el ala que da a la calle de Bailén y construyó las caballerizas y la escalera imperial. Al tiempo, el monarca llamó a los más famosos pintores europeos para decorar el interior y, así, en distintas dependencias se pueden contemplar frescos de Rafael Mengs, Juan Bautista Tiépolo y Conrado Giaquinto.

    Posteriormente trabajaron en el Palacio Real Antonio González Velázquez y Francisco Bayeu, entre otros. Tras Carlos III residieron en el Palacio Real Carlos IV, Fernando VII, Isabel II, Alfonso XII y Alfonso XIII.

  5. La Cibeles permanece imperturbable desde 1782

    El diseño de la fuente de La Cibeles se debe a Ventura Rodríguez
    El diseño de la fuente de La Cibeles se debe a Ventura Rodríguez - isabel permuy

    La fuente de La Cibeles se ubica en la plaza a la que da nombre desde 1782. La construcción de la fuente se enmarca en el proyecto ilustrado de Carlos III, que a finales del siglo XVIII promovió la creación de un espacio de categoría urbana y monumental, al estilo de los que ya existían en otros países europeos, y que en el caso de nuestra capital se tradujo en el paseo del Prado.

    El diseño de la fuente, como el de todas las que jalonan el paseo, se debe a Ventura Rodríguez. Esculpida en mármol, la fuente está formada por un amplio pilón circular en cuyo centro, sentada en un trono sobre un carro tirado por leones, aparece la diosa frigia de la fertilidad -es decir, Cibeles-, con su corona torreada y un holgado manto. En la mano derecha lleva el cetro y en la izquierda la llave de la ciudad.

    El escultor francés Roberto Michel labró los leones y Francisco Gutiérrez la diosa y el carro. Los dos niños o amorcillos esculpidos tras el carro son un añadido de 1895, año en que el Ayuntamiento decide trasladar la fuente unos cuantos metros desde su original ubicación, junto al inicio del paseo de Recoletos, y colocarla en su actual emplazamiento, en el centro de la plaza.

    El conjunto escultórico tiene un diámetro de 32 metros y una altura de ocho. Desde su privilegiada ubicación, la Cibeles se rodea de cuatro fieles y singulares compañeros: en dirección a la Puerta del Sol se levantan el Banco de España -de 1891 y estilo eclecticista-, y el palacio neoclásico de Buenavista, de 1777. A espaldas de la diosa, el palacio de Linares, hoy Casa de América, que data de 1873, y el monumental palacio de Comunicaciones, de 1919; más atrás asoma la silueta de la Puerta de Alcalá y a ambos lados de la fuente se abren los paseos del Prado y Recoletos.

  6. El Prado sirvió de cuartel de caballería de Napoleón hace 200 años

    En la imagen, la conocida como Puerta de Veázquez, que da al paseo de El Prado
    En la imagen, la conocida como Puerta de Veázquez, que da al paseo de El Prado - abc

    El Prado, uno de los grandes museos de pintura del mundo, fue concebido inicialmente por Carlos III como Gabinete de Historia Natural. El monarca encargó a su arquitecto, Juan de Villanueva, una serie de edificios singulares para ser destinados a la ciencia. Así, Villanueva proyectó el actual museo, el Jardín Botánico y, ya en el Retiro, el Observatorio Astronómico. El proyecto de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1785.

    Está considerado como el trabajo más importante de su autor y la obra más ambiciosa del neoclasicismo español. Villanueva diseñó un edificio longitudinal que seguía el eje de una luminosa galería rematada a ambos lados, e interrumpida, en su centro, por tres cuerpos de mayor volumen: la rotonda en el extremo norte, con bellas columnas jónicas y bóveda semiesférica de casetones en su planta principal; el cubo sur, frente al Botánico, que se articulaba en torno a un patio; y el cuerpo central, que recordaba a una basílica romana, alargada y rematada por un ábside curvo.

    Tras la guerra de la Independencia, periodo durante el que lo construido fue utilizado por los ejércitos de Napoleón como cuartel de caballería, Fernando VII continuó las obras, destinando ya el edificio a Museo Real de Pinturas, según su primera denominación oficial. En la fachada al paseo del Prado, en la conocida como Puerta de Velázquez, se observa un frontis de orden dórico que incorpora el relieve del ático, y las estatuas y medallones alegóricos al rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica. La fachada se completó con una doble decoración de esculturas y medallones en los dos largos tramos de la galería central.

    El museo se inauguró el 19 de noviembre de 1819 y en 1918 el arquitecto Arbós realizó la primera ampliación, construyendo dos pabellones en la zona trasera. Posteriormente hubo otras dos ampliaciones a cargo de Muguruza, la primera, y de Chueca Goitia, la segunda.

    El Museo del Prado ofrece al visitante un legado artístico tan valioso como extenso; dentro de un catálogo verdaderamente deslumbrante se pueden resaltar los nombres de Diego Velázquez y Francisco de Goya, ya que el Prado atesora una parte sustancial de la obra de ambos genios de la pintura universal, incluidos, por supuesto, lienzos tan conocidos como «Las Meninas» de Velázquez, y «Las Majas» de Goya.

  7. Unas Cortes levantadas sobre un convento del Espíritu Santo

    El concurso que se convocó para construir el actual edificio lo ganó Narciso Pascual y Colomer
    El concurso que se convocó para construir el actual edificio lo ganó Narciso Pascual y Colomer - efe

    El palacio de las Cortes Españolas, en la plaza de las Cortes, se levantó en el emplazamiento del antiguo convento del Espíritu Santo que -ya desocupado por los frailes-, fue utilizado como sede del Congreso entre 1834 y 1841, dentro de una trayectoria que hasta entonces había sido itinerante.

    El concurso que se convocó para poner en pie la actual construcción fue fallado a favor del arquitecto Narciso Pascual y Colomer, que culminaba las obras en 1850. En la fachada principal, una escalinata asciende hasta el pórtico neoclásico, con seis imponentes columnas estriadas, de orden corintio, sobre las que se levanta el frontón triangular decorado con relieves de Ponciano Ponzano.

    Los emblemáticos leones que flanquean la entrada son obra del mismo escultor y fueron fundidos con el hierro de los cañones capturados durante la guerra de África. Bajo el frontón, la puerta de bronce cincelado se abre tan sólo en ocasiones muy señaladas.

    Entre las estancias del edificio, de planta simétrica, destaca el conocido salón de Sesiones, pero también la biblioteca o el salón de Conferencias, más conocido como el salón de «los pasos perdidos». Retratos, tapices y muebles de valor decoran la sede del Parlamento español.

  8. La estación de Atocha: Alberto del Palacio la creó y Moneo la reformó

    En 2013 se cumple el 125 aniversario del inicio de las obras de la estación de Atocha
    En 2013 se cumple el 125 aniversario del inicio de las obras de la estación de Atocha - wikipedia

    En 1888 Alberto del Palacio comenzó la construcción de la estación de trenes de Atocha, que se prolongó durante cuatro años. La gran nave de este edificio emblemático sumó los 152 metros de largo, mientras que la alta bóveda alcanzaba los 40 metros de luz; la cubierta de hierro se construyó en Bélgica con el sistema de estructura rígida tipo «De Dion».

    La estructura quedó cerrada por el extremo que da a la glorieta del Emperador Carlos V -con su inconfundible fachada-, y a ambos lados de la misma se dispusieron dos edificios paralelos. Un siglo después, entre 1985 y 1992, Rafael Moneo acometió la reforma de la estación con el objetivo de cuadriplicar su capacidad y crear un gran intercambiador que acogiera tanto trenes de cercanías y largo recorrido -entre ellos el AVE-, como metro y autobuses.

    Los nuevos edificios quedaron situados detrás de la antigua estación, sin apenas altura para evitar que compitieran con ésta, que, ya sin andenes, se convirtió en el imponente invernadero con el que se amplió el vestíbulo. La unión física de la vieja estación con las nuevas instalaciones la marca la torre del reloj, de ladrillo como la antigua construcción, creando así un mimetismo de color y materiales entre lo viejo y lo nuevo.

    Detrás se levanta el intercambiador, un cuerpo cilíndrico de ladrillo y cristal que durante el día funciona como tragaluz y que de noche podría recordar una linterna encendida; a través de esta construcción se accede a las estaciones de cercanías y largo recorrido, metro y llegadas de vehículos.

    Puesto que la estación de cercanías es subterránea, Moneo aprovechó la cubierta como aparcamiento, protegido a su vez por una cuadrícula de casquetes esféricos de aluminio. En la estación de largo recorrido, también detrás de las antiguas instalaciones, destaca la cubierta horizontal, que se sustenta sobre recias columnas de hormigón.

  9. Las Ventas se finalizó en 1929, pero la corrida inaugural fue en 1931

    La estructura de la plaza de toros más importante del mundo es de un estilo neomudéjar muy tardío
    La estructura de la plaza de toros más importante del mundo es de un estilo neomudéjar muy tardío - abc

    A la altura del número 233 de la calle de Alcalá se levanta la plaza de toros Monumental de Las Ventas, considerada como la más importante del mundo. Siguiendo los planos del arquitecto José Espeliú, la primera piedra de la plaza se colocó en marzo de 1922, aunque las obras finalizaron en 1929 y la corrida inaugural no se celebró hasta junio de 1931.

    Después de este primer festejo la plaza se cerró hasta 1935 con el objetivo de urbanizar el entorno, que en aquellos años era una zona suburbial. La guerra civil obligó de nuevo a suspender los festejos taurinos hasta el fin de la contienda.

    La Monumental de las Ventas se construyó en ladrillo visto sobre una estructura metálica inspirada en un estilo neomudéjar muy tardío. La decoración, obra de Manuel Muñoz Monasterio, se realizó a base de azulejo cerámico en el que figuran los escudos de todas las provincias españolas y otros motivos puramente ornamentales. El ruedo mide 60 metros de diámetro y el ancho del callejón es de 2,2 metros.

  10. El Santiago Bernabéu, un estadio con nombre propio

    El diciembre de 1947 se inauguró el actual campo del Real Madrid
    El diciembre de 1947 se inauguró el actual campo del Real Madrid - abc

    Santiago Bernabéu fue el artífice de la creación del campo de fútbol que hoy lleva su nombre y que tiene su fachada principal al paseo de la Castellana. Corría el año 1944 cuando el entonces presidente del Real Madrid decidió comprar los terrenos donde actualmente se asienta el estadio. En septiembre de ese año se elige el proyecto de los arquitectos Alemany Soler y Muñoz Monasterio.

    En diciembre de 1947 se inauguró el que se llamó entonces nuevo estadio de Chamartín, con un aforo superior a los 75.000 espectadores. En 1953 el propio Alemany amplió las instalaciones, creando el tercer anfiteatro en la calle del Padre Damián y alcanzando con ello las 100.000 localidades. Dos años más tarde se rebautiza el estadio con el nombre de Santiago Bernabéu.

    En 1982, con motivo de la celebración del Mundial de fútbol en España, el arquitecto Santiago Lamela acometió una nueva reforma. El mismo arquitecto llevó a cabo una tercera remodelación, en 1992. Se construyeron entonces cuatro torres de evacuación y acceso en los cuatro ángulos del estadio y en la zona de la Castellana se instaló una cubierta retráctil de 14 metros de ancho y 100 toneladas de peso.

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