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Los bancos sufren un atraco cada dos días

Las bandas extranjeras acaparan los grandes asaltos: el clima, las carreteras y las leyes funcionan de efecto llamada

Los bancos sufren un atraco cada dos días

carlos hidalgo

La Comunidad de Madrid encabeza, junto a la Valenciana, Cataluña y la Costa del Sol, el número de atracos de bancos en el territorio nacional. Los expertos policiales en estas lides no descansan y tienen muy claro los porqués de esta «querencia» por nuestro país de bandas extranjeras: «España es muy cómoda; tiene buen clima, excelentes carreteras y unas leyes poco duras». De ello tiene buena culpa que en la región se registren, dependiendo de la época, entre 10 y 15 atracos a bancos al mes. Hasta uno cada dos días. Una modalidad delictiva que, pese a lo que se pueda pensar, no ha crecido de manera notable a causa de la crisis, pero que atrae a grupos criminales organizados que llegan, pegan y se vuelven a casa.

Es el caso de los clanes italianos. «Hemos detectado que vienen a hacer la campaña de primavera —explica un mando policial—; pegan tres o cuatro palos y se van de vacaciones de verano a su país». Entre las nacionalidades destacan también los chilenos y argentinos, además de los españoles, claro.

Suelen conformar grupos pequeños, de tres o cuatro personas, que, a diferencia del atracador que actúa solo, mantiene una actitud mucho más fría: «Esperan al retardo de la caja fuerte, que es de diez minutos, porque saben que es ahí donde está el dinero. Así es como se hacen con botines de entre 30.000 y 60.000 euros» por golpe.

Todo ello, con la cobertura de algún compinche en el exterior y, la mayoría de las ocasiones, utilizando pistolas que al final resulta que son falsas, entre las que abundan réplicas exactas de modelos como el HK 9 milímetros parabellum. Cuando las armas son reales, las obtienen siempre en el mercado negro.

Prostitutas, juego y drogas

Otro cantar es el atuendo o disfraz que utilizan. En la operación «Cornisa» los delincuentes destacaban por la utilización de muletas para no ser detectados por los escáneres de seguridad que hay en las entradas de muchas entidades bancarias. Otros elementos de camuflaje son bufandas tipo braga, capuchas, cascos integrales de motoristas y las eternas gafas de sol, todo un clásico en este gremio delictivo.

Con semejantes cantidades, se dan una vida a todo tren, en la que no faltan gastos monumentales en prostitutas, drogas y juego.

Pero no son sólo grupos criminales perfectamente organizados y especializados los que asaltan bancos. En el otro lado de la baraja se encuentran en situaciones extremas gente que, por lo general, no tiene nada que perder. Y pueden ser los más peligrosos.

Suelen ser delincuentes comunes con un amplio historial criminal desde su juventud y nacidos en España. «Suelen ser más peligrosos porque no sabes por dónde pueden salir. Pueden ser toxicómanos, gente que acaba de salir de la cárcel y que opera por su provincia», explica un mando policial. Son los más numerosos, aunque sus botines son más pequeños, de entre 300 y 500 euros, ya que procuran estar el menos tiempo posible en la entidad, no esperan el retardo de la caja y se llevan lo que hay en ventanilla.

«El Calvo» de Miraflores

El caso más reciente de este tipo es el de un atracador conocido como «El Calvo». Desde agosto a octubre cometió cerca de una quincena de robos a bancos, por lo que era el más activo en Madrid en los últimos tiempos.

«El Calvo» iba de Miraflores de la Sierra a la capital. Se había separado de su mujer y era él quien había obtenido la custodia de los hijos. Era camionero. Pero se quedó en paro.

Pero su nivel de gastos era de 2.500 euros al mes y no se le ocurrió otra cosa que ir prácticamente cada día en autobús a la capital y seleccionar una sucursal bancaria a la que asaltar. En cada «palo» procuraba no decir una palabra. Sacaba un cartel con la cifra de 2.500 euros apuntada y se marchaba con el dinero.

Hasta que un día de noviembre, tras una intentona, unos agentes le sorprendieron sentado en un banco: «Aquí estoy, viendo dónde atracar», les confesó. Fue detenido, no sin antes pedir disculpas de la siguiente manera a los policías: «Perdonen las molestias».

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