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ANÁLISIS

El candidato que llega (muy) tarde

Muñoz no tiene armario con muertos para que Caballero hurgue. Pero tampoco posee, aparentemente, ni el carisma ni el tirón para devolver la ilusión a un PP vigués de ánimo tristón

JOSÉ LUIS JIMÉNEZ

Alberto Núñez Feijóo puede presumir de que ha sabido guardar el secreto más deseado, el nombre más preguntado en las últimas semanas: el candidato del PP a la Alcaldía de Vigo. Si fuera una competición, se llevaría el premio gordo. Pero no iba de eso el asunto, sino de poner sobre el tablero político a una persona capaz de generar debate en la opinión pública viguesa y, lo que resulta más importante y decisivo, capaz de trabajarse la ciudad para borrar esa sensación de que llega un paracaidista elegido a dedo por el presidente. Esa es la clave para ganar elecciones.

El PP ha dejado pasar los meses como si tal cosa, respetando con un irracional escrúpulo la orden dada por Rajoy, pero alimentando la orfandad de un sector del partido en Vigo, que sospechaba que Chema Figueroa no sería el candidato y querían trabajar para el recambio. Al propio Figueroa se lo transmitió este verano en persona Feijóo, una comunicación que tensó su relación, ahora aparentemente reconducida. Saben que por encima de disputas personales está el proyecto político del PP para Vigo, más necesario que nunca ante la megalomanía creciente y desmedida de Caballero.

La búsqueda del candidato se ha hecho con no pocas quinielas y encuestas a pie de calle. Junto a la finalmente elegida Elena Muñoz, el PP barajó a Enrique López Veiga y al exalcalde Manolo Pérez, junto a otros más previsibles como la delegada de la Xunta en Vigo, María José Bravo, o el presidente del Puerto, Ignacio López-Chaves.

Como es habitual en las decisiones de Feijóo, ha escuchado a todos, especialmente a Rafael Louzán y Alfonso Rueda, el presidente provincial y su secretario general. Pero ha decidido él, confiando que la apuesta salga tan favorable como cuando confió la candidatura de Pontevedra a Telmo Martín en 2007, y apenas un puñado de votos le separaron de la mayoría absoluta contra todo pronóstico.

Elena Muñoz tiene no pocos pros y contras. A su favor, el discurso de gestor solvente y el aparataje del gobierno autonómico. Un conselleiro de Facenda no se suele meter en líos políticos, y su discurso es casi siempre de perfil bajo y técnico. Muñoz no es una excepción. Por tanto, no tiene armario con muertos para que Caballero hurgue. Pero tampoco posee, aparentemente, ni el carisma ni el tirón para devolver la ilusión a un PP vigués de ánimo tristón.

La otra apuesta es en Orense. Lo más sensato habría sido recuperar a Manolo Cabezas, el alcalde más valorado en la historia reciente de la ciudad y que cosechó tres mayorías absolutas. Veremos qué tal le sale a Feijóo la designación de Jesús Vázquez, que pierde a un buen conselleiro para poner a un dudoso candidato. Otra cosa será si alcanza la Alcaldía gracias a un pacto con Democracia Ourensana, pero ese mérito no será atribuible a nadie.

Que Jaime Castiñeira repita en Lugo era previsible. Es la última oportunidad que tiene para desbancar a un Orozco muy erosionado por los sumarios judiciales. No le ayuda el sainete del HULA y la falta de equipamiento. El PSOE ha encontrado aquí el talón de Aquiles del PP lucense. La división en la izquierda es la mejor baza para Castiñeira, así como el talante demostrado para pactar asuntos de importancia en la ciudad.

El de Jacobo Moreira es un estreno difícil porque Lores resiste y se basta con que el desplome del PSOE lo capitalice su candidatura. Esta legislatura ha hecho aflorar algunas divisiones internas en el PP pontevedrés. Las elecciones revelarán si el liderazgo de Moreira las ha restañado.

El reto de Agustín Hernández en Santiago no es menor. Es cierto que ha conseguido que no se hable más de escándalos en la capital de Galicia, desarmando el ruido de la oposición que cuestionaba su legitimidad. Distorsiones sin sentido. El partido se teme que le vayan a faltar semanas para recuperar la confianza mayoritaria de los compostelanos, pero coinciden en que si alguien es capaz de lograrlo, es el exconselleiro de Medio Ambiente.

Los liderazgos de Carlos Negreira y José Manuel Rey en La Coruña y Ferrol, respectivamente, son incuestionables. El PP confía en revalidar ambas alcaldías y apuesta sobre seguro, incluso en la ciudad departamental, tan sacudida por la crisis del naval. Es unánime el reconocimiento a Rey Varela, que ha conseguido gobernar en el peor contexto y garantizar la estabilidad de Ferrol con mayoría absoluta. Negreira se ha erigido en el transformador de La Coruña del siglo XXI a través de una apuesta por las infraestructuras y los barrios que marcarán un punto de inflexión en la ciudad. En ese empuje confía el PP para revalidar el control de María Pita.

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