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«Daniela» era un pederasta de 38 años

La Po­li­cía de­tie­ne a un hom­bre por aco­sar por In­ter­net a ni­ñas de en­tre 11 y 17 años en bus­ca de fo­tos por­no­grá­fi­cas

j. pan

Decía que se llamaba Daniela Martínez. Para muchas niñas que usan las redes sociales desde antes siquiera de saber escribir en folios sin pautar, Daniela era una petición de amistad más. ¿Quién le diría que no a una charla virtual con esa chica tan simpática? Poco a poco, la relación entre Daniela y sus amigas de Internet se iba estrechando. Aunque nunca la habían visto, para muchas Daniela era ya una vieja conocida, una gran amiga y mejor confidente, el mensaje entrante que siempre estaba ahí cuando necesitaban apoyo.

Por eso, a algunas no les extrañó demasiado cuando Daniela les dijo que tenía un conocido, un señor mayor, que estaría dispuesto a pagarles dinero por una foto desnudas o un vídeo en actitud erótica. En la pubertad, con las hormonas en plena efervescencia y una necesidad urgente de que alguien refuerce la autoestima, que una persona esté dispuesta a pagar por ver nuestro cuerpo puede resultar incluso halagador. Y así, muchas caían en la trampa de la falsa Daniela Martínez.

Porque esa amiga virtual de tantas y tantas niñas de entre 11 y 17 años no era una mujer. Era justamente la misma persona que requería desesperadamente fotos de las menores en actitudes impropias de su edad.

De las redes sociales se pasaba al WhatsApp. Allí, el acaudalado adulto les prometía el oro y el moro, regalos y dinero, a cambio de esas fotos, de aquel vídeo. «No pasa nada», les decía, y él mismo les enviaba imágenes de contenido similar. A una de ellas le llegó a pagar 180 euros. Pero la simpatía de Daniela y su al

ter ego en la vida real, que resultó ser un hombre de 38 años, residente en Vigo y monitor de un equipo de baloncesto femenino, se acababa cuando obtenía el material pedófilo. Entonces las amenazaba: iba a imprimirlas, a colgarlas en los tablones de anuncios de sus institutos, las subiría a internet y las etiquetaría para escarnio público. Así intentaba coaccionarlas para que le enviasen más. Ya no había floridas promesas de por medio, solo miedo.

La carrera delictiva de «Daniela Martínez», el pederasta, acabó ayer. La Guardia Civil lo detuvo en el marco de la «operación Castaja» . Se le identificó por el teléfono móvil y un reloj de pulsera que aparecía en las fotos pornográficas que, como cebo, enviaba a sus víctimas. Una de ellas puso a los agentes sobre su pista, cuando una horrorizada madre la descubrió en el teléfono de su hija de tan solo 12 años. Podrían haber sido hasta 142 las menores acosadas. Todo empezaba con un inocente «hola» en las redes sociales.

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