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Quintana, «gurú» del nacionalismo

El que fuera vicepresidente de la Xunta hace oficial su regreso a la vida pública e insta a crear un «instrumento de participación» para aquellos «identificados» con Galicia

Quintana, «gurú» del nacionalismo miguel muñiz

c. pichel

Por si no había pocos discursos dispares en el campo de minas que es el nacionalismo gallego —que si la apuesta soberanista del BNG, que si el amiguismo federalista de Anova y los problemas internos que ello conlleva (que seguramente acabarán en escisión de una escisión) o el «galleguismo» de un testimonial Compromiso por Galicia—, aparece Anxo Quintana con el suyo. Sus cinco años como «pequeño autónomo», a caballo entre Latinoamérica y África, le han servido para algo más que para iniciarse en el mundo empresarial.

También le han valido de retiro político, orgánico e institucional a través del cual poder ver los toros desde la barrera. Y desde allí se dio cuenta de las carencias del entorno en el que milita y simpatiza: el «nacionalismo/galleguismo». Porque el que fuera vicepresidente de la Xunta huyó de la primera línea, pero nunca estuvo «ni sordo ni ciego», explicaba este jueves en Santiago desde su posición de invitado en un desayuno informativo del Colegio de Periodistas de Galicia.

El acto marca, de facto, el regreso a la vida pública de Quintana después de varios coqueteos previos en forma de entrevista. En todo caso, no se trata de una vuelta «a la política institucional», sostuvo, sino de trabajar como un «ciudadano más», todavía militante del BNG, a favor de un objetivo concreto: convertir un «sentimiento» que él cree mayoritario en Galicia como la «identificación con el país» en un «compromiso con la política». ¿Cómo? Fomentando un «debate» entre la ciudadanía para que cale en ella ese mensaje nacionalista de que los problemas no se solucionan desde ese ente maligno que es «Madrid», sino desde Galicia.

Un debate que acabaría, a la postre, derivando en la configuración de un «instrumento», todavía por delimitar su fondo y forma. Quintana solo acierta a señalar la que sería su función principal: «un instrumento de participación, de canalización de propuestas» de la ciudadanía. Sin más concreciones. No se trata de crear otra fuerza política, aclaró, pues «ya hay suficientes», sino de introducir un «debate» ante, a su juicio, el «proceso de desgalleguización» reinante en una Galicia que «no existe en la realidad política española».

Esas son las mayores «preocupaciones» de Quintana, las mismas que ahora espera que compartan los gallegos para que su reaparición no caiga en saco roto. Ante esas «preocupaciones», ni PP ni PSOE le valen como respuesta. ¿Y los demás? Pues «hacen lo que pueden», dice. Y a la vista de los reveses electorales que ha cosechado el BNG estos últimos años, resta mucho por hacer.

Romper viejas fronteras

Quintana prefiere no dar consejos a las formaciones establecidas, alegando que no conoce en profundidad la realidad política gallega, pero lo cierto es que su discurso esconde un aviso al Bloque: no se trata de dirigirse solo a los «pura sangre» nacionalistas, sino al resto de los gallegos que, incluso no hablando el idioma, pueden estar «identificados con el país». Por ahora, su discurso, para el Bloque, sigue siendo el de un mero «militante más». Y sumando.

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