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atentado en lugo

Una vecina de Baralla: «Nuestra suerte fue no dormir aquí»

En este municipio lucense se sienten aliviados al no tener que lamentar daños personales

Una vecina de Baralla: «Nuestra suerte fue no dormir aquí» miguel muñiz

lidia rey

La suerte se puso del lado de Aurora y Onésimo. Este matrimonio de Baralla no dormía en su casa del pequeño municipio lucense cuando estalló el artefacto colocado por la banda terrorista Resistencia Galega que afectó al Consistorio y dañó considerablemente varios inmuebles cercanos. La pareja pasó la madrugada de este martes en otra vivienda de su propiedad, en Lugo, pese a que, en un principio, tenían pensado dormir en Baralla esa noche pero el azar quiso que modificasen los planes iniciales.

«La suerte fue que nosotros no dormíamos aquí; y los vecinos de la casa de al lado tampoco. Si hubiésemos estado aquí, podría haber ocurrido algo», afirma Onésimo a ABC. Una versión que concuerda con la opinión de los investigadores que sostienen que «la onda expansiva de la bomba podría haber causado muertes».

Fue su vecina Celsa, la dueña del bar Centro, ubicado en el número 56 de la Calle Evaristo Correa, quien dio la voz de alarma. Les llamó a las 5.00 horas, veinte minutos después de la explosión . «Nos dijo que habían puesto una bomba en el ayuntamiento y que en nuestra casa habían reventado las ventanas», detalla el afectado. Cuando sonó el teléfono en lo primero que pensaron fue en que había muerto algún pariente cercano. Pero nada más lejos de la realidad: habían puesto un artefacto explosivo en el Ayuntamiento de Baralla.

Según fuentes policiales, la composición —se han empleado hasta cinco kilos de pólvora— coincide con la que suele utilizar Resistencia Galega. «Eso es lo que dice la tele, y es lo que creemos porque en este pueblo nunca hubo discusiones ni controversias», sostiene Onésimo. Apunta a una posible «venganza» contra el alcalde del municipio, Manuel González Capón, en relación a unos comentarios realizados hace un años sobre las víctimas del franquismo . «Pero eso lo saben ellos, los autores», resuelve.

Cuando llegaron ya estaba la zona acordonada por la Guardia Civil. No pudieron acceder al interior de la vivienda hasta las 13.00 horas. Solo había destrozos, el suelo estaba lleno de cristales. Se habían roto todas las ventanas, excepto las de la planta baja, compuestas de cristales blindados, pues anteriormente el inmueble había acogido una sucursal bancaria. También rompió la escayola del techo y se descolgaron varias lámparas. «Antes de entrar creía que iba a estar peor todo porque viendo cómo quedó el bar de Celsa...», apunta Onésimo.

Cristales y escayola

Y en el bar de Celsa, situado enfrente de la casa de Aurora y Onésimo, y al lado del Ayuntamiento —epicentro de la explosión— el panorama era el mismo: ventanas rotas, techos de escayola desprendidos, cristales en el suelo...

Celsa sí sintió la explosión, pero pensó que se trataría de una bombona de gas, no se imaginaba «ni por asomo» que fuese un atentado. Tampoco temió que pudiese haber una segunda explosión porque «no desconfiaba de nada». «Me parece mentira que en un pueblo tan pequeño como este —Baralla no alcanza los 3.000 habitantes—, que son jubilados la mayoría, sucedan estas cosas», confiesa a ABC.

Reconoce que si no hubo muertos fue «por la hora a la que se produjo la detonación» dado que, en ocasiones, tiene el bar abierto hasta las 4.00 o 5.00 de la madrugada. La suerte quiso que la de ayer no fuese una noche de esas.

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