Bautiza una borrasca por 200 euros
«Petra», «Qumaira», «Ruth», «Stephanie» y «Tini» fueron los nombres elegidos para dar identidad a los últimos temporales que azotaron la Comunidad gallega
lidia rey
¿Qué guardan en común «Petra», «Qumaira», «Ruth», «Stephanie», o «Tini»? Además de causar centenares de daños y dejar un reguero de incidencias de las que todavía hoy se recuperan los gallegos, los fenómenos meteorólogicos que en las últimas semanas sacudieron la Comunidad, y ... la mantuvieron en máxima alerta día tras día, reciben el nombre de personas anónimas.
No es casualidad que los temporales, que —con vientos, en ocasiones, superiores a los 150 kilómetros por hora— arrancaron tejados, derribaron muros y paseos marítimos y mantuvieron la flota pesquera amarrada a puerto , reciban estos apelativos. Y es que tanto Petra, Qumaira como Ruth, Stephanie o Tini son nombres reales, asignados a borrascas. El peaje que debieron pagar las personas que apadrinaron estos fenómenos alcanza los 199 euros, cuya licencia concede la Universidad Libre de Berlín.
La costumbre de nombrar a los sistemas intensos existe oficialmente en el caso de los huracanes. «Son sistemas muy severos y el hecho de otorgarles un nombre contribuía a personalizar un poco el fenómeno», explica Lino Naranjo, experto del servicio de Meteogalicia. En el siglo XIX ya se bautizaba a los huracanes utilizando el Santoral, en función del día en el que se produjesen, o se asignaban descripciones en base a los daños que causasen. «Sin embargo, esto provocaba dificultades de identificación porque un mismo huracán podía ser para una gente el que destruyese Nueva Orleans —como ocurrió en 2005, tras el paso del Katrina—y para otros, el que arrasase La Habana, y se hablaría del mismo sistema», explica Naranjo.
Con el tiempo se optó por copiar una fórmula que ya usaban los pilotos de los Estados Unidos en los años 50. La aviación americana utilizaba nombres de mujeres para particularizar los huracanes. «Estos fenómenos conviene tenerlos personalizados para recordarlos», advierte el meteorólogo.
Ahora, una universidad alemana permite apadrinar también los fenómenos meteorólogicos, no solo los tropicales, previo pago. Es decir, se puede atribuir un nombre propio a una borrasca o un anticiclón. Estos últimos, y pese a que no suelen alcanzar el impacto mediático de los temporales, son más caros porque duran más tiempo. El precio para nombrar un anticiclón asciende a 299 euros.
«Lógicamente, existe una gran diferencia entre los nombres que se asignan a una borrasca y los que se otorgan a un huracán, y es que en los primeros no existe una normativa internacional que los regule», aclara el experto de Meteogalicia.
Para Lino Naranjo, desde un punto de vista positivo, el bautizo de las borrascas sirve para recordar las ciclogénesis más intensas «como el caso de Klaus o Xynthia». Pero por otra parte, tiende a confundir y crear confusión al ser nombrados todos los fenómenos que se producen, «resultando parecidos muchos de ellos».
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