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La calculadora, el futbolín y hasta el primer libro electrónico se inventaron en Galicia

Los gallegos registran cada año alrededor de 200 nuevas patentes. La mayoría de los inventores son personas anónimas sin ninguna vinculación con el mundo de la empresa

La calculadora, el futbolín y hasta el primer libro electrónico se inventaron en Galicia cedida/wikipedia

p. a. rodríguez

Galicia es tierra de inventores y los hechos lo confirman. Desde el futbolín hasta el primer libro electrónico , los gallegos han demostrado saber adelantarse a su tiempo y hacer realidad aparejos -rudimentarios en su esencia- que a día de hoy siguen de plena actualidad. Uno de los más desconocidos es el caso de la primera calculadora, obra de un vecino de A Estrada llamado Ramón Verea y cuyo primer modelo se conserva en la sede de las oficinas de IBM en Nueva York. La Calculating Machine pesaba 22 kilogramos, estaba construida en hierro y acero amarillo y servía para hacer multiplicaciones y divisiones.

Al nivel del mítico Alejandro de Fisterra y del pontevedrés Verea debe estar también una mujer visionaria, Ángela Ruiz Robles. En 1949, esta profesora de escuela ferrolana ideó un complejo libro, antecesor del las tabletas actuales , que funcionaba a través de unos carretes y que permitía a sus alumnos aligerar el peso de sus mochilas y enfrentarse al aprendizaje de un modo más ameno. Revolucionario en su momento, el invento -que ahora se puede visitar en la sede del Museo de Ciencia y Tecnología de La Coruña (Muncyt)- mostraba sus contenido bajo una lámina irrompible que hasta incorporaba luz para que pudiese leerse en la oscuridad.

Pero la contribución de los gallegos al mundo de los inventos no decae y en la actualidad son muchos los que saltan a los titulares de la prensa por sus innovadoras ideas. Es el caso de un gallego que ideó un sistema para evitar atropellos. Se trata de un sistema que eleva un pivotes cuando el semáforo se pone en rojo y que blinda el paso de peatones impidiendo que el vehículo invada este espacio . Diversos colectivos han aplaudido ya una idea que, solo en la Comunidad gallega, evitaría más de 30 muertes al año.

El pasado año, 188 gallegos presentaron sus solicitudes de patente ante la Oficina Española de Patentes y Marcas. La mayor parte de las invenciones que se registran en la Comunidad son fruto del trabajo de personas anónimas que no están vinculadas al mundo de la empresa.

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