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DEPORTE FEMENINO

Ruth Ndoumbe: Devoción por el triple salto

La atleta, que se recupera de una lesión de rodilla, repasa su historia y proyecta sus ganas por regresar y buscar Río 2016

Ruth Ndoumbe: Devoción por el triple salto JUAN CARLOS SOLER

RAÚL COSÍN

El capitulado de la narración de cada cual registra un infinito ramo de géneros. El escrutinio interno de lo profundo. Lo dramático. Lo cómico. La acción. La intriga. Incluso, por momentos, la ficción. Los instantes de éxito. Y los de fracaso. Los lúcidos o los oscuros. El buscarse a uno mismo o el reunirse con los cercanos. Cada cual tiene su relato. Y en el suyo, la triplista Ruth Marie Ndoumbe Nvumba (Madrid, 1/1/1987) pasa por un capítulo que entremezcla lo más complejo que le puede pasar a un deportista como son las lesiones (fue operada con éxito a mediados de julio de una rotura del ligamento cruzado anterior y de una lesión en la cápsula póstero-externa de su rodilla izquierda) con el regocijo de verse arropada por su gente para regresar con más fuerza que nunca «al atletismo, que es mi pasión. Con el tiempo, he ido dándome cuenta de que siento adoración por mi deporte y que ojalá pueda disfrutar siempre de él. Hay que saber vivirlo . Por qué no ser el día de mañana una de esas señoras mayores de ochenta años que aún se ponen los clavos».

Ruth, de padre camerunés y madre ecuatoguineana, nació en Madrid , pero se crío en A Coruña. En el colegio, hizo gimnasia rítmica y natación. Y más tarde bádminton. Recuerda que la parte física la desarrollaban en las pistas de atletismo y allí, a los catorce años, la descubrió Julio Santiago . Progresó rápido. De los últimos puestos a marcar mínimas en longitud y altura . Lo segundo se convirtió en la pasión del momento.

Como juvenil se marchó a la Blume. Le detectaron escoliosis . Le cambiaron de prueba y le pasaron a longitud: «Lo pasé bastante mal. Me pasaron a una prueba que no me gustaba sin preguntarme. Dentro del grupo era la más pequeña. Me sentía sola. Estaba lejos de mi casa. Me volví rebelde . No quería estudiar. Ni entrenar en algo que no me gustaba. De hecho, decidí no presentar la beca. Quería dejar el atletismo ».

Los vuelos en Soria

Se dieron por entonces dos situaciones que serían clave. En la Blume, pudo entrenar cerca de Carlota Castrejana y ver su preparación en el triple. «Me parecía tan bonito lo que hacía. La veía volando con elegancia. Y pensé que quería hacer eso» , recuerda. Además, quizás fruto de aquella rebeldía, participó a escondidas en una concentración de triple e hizo 1,70: «Me llevaron con los sub’23 siendo junior de primer año». Aquello lo presenció Gustavo Adolfo Bécquer . «Me llamó y me dijo que si quería ir a Soria. En ese momento, en el que me lo iba a dejar, fue mi salvador para seguir en el atletismo. Estuve allí de los 18 a los 23 años, de los mejores de mi vida », cuenta. Le animó y le dio confianza para entrar en el triple . Progresó cuando nadie apostaba por ella. Tenía 10,90 metros, pero creyó y consiguió a la mínima de los 12,90 para ir al Mundial .

Con el tiempo, el problema fue que sintió que se estancaba . En su foro interno tenía otro sueño. Concha Montaner , Ruth Beitia , Carlota Castrejana... los nombres de las mejores que se vinculaban al «Valencia Terra i Mar» . Quería formar parte de ese equipo. En 2010, tras la pista cubierta y con marcas de 13,82, después de hablar con Rafa Blanquer , allá fue. «Tenía un problema de espalda , que me generaba otras lesiones menores, y me ayudó mucho. Me recuperé gracias a mis fisios (Jose y Lucía). Volví a remontar poco a poco», explica.

La pieza que faltaba

Ruth rozó el bronce continental en Zurich en 2014 . Su triple le llevó hasta los 14,14 metros. «Sentí, no obstante, que me estancaba de nuevo. Y alguien del club me dijo que quizás tenía que dejarlo si había llegado a mi techo», recuerda. Pero a eso replicó con que «siempre me ha dicho mi madre que tienes que saber lo que quieres hacer en la vida». La atleta decidió tomar distancia, buscar oxígeno y se marchó a Estados Unidos entre septiembre y mediados de noviembre: «Allí aprendí algo muy importante: a escuchar a mi cuerpo . Si me pedía más entrenaba más, si no podía, no podía. Adapté los entrenamientos y regresé mejor que nunca ».

Volvió a España por una llamada de Blanquer. Pero al pasar la pista cubierta vio que le faltaba algo o que algo no encajaba: «Tenía a mi familia, a mi novio, a mis mejores amigas - Concha (Montaner) e Indira (Terrero) -, pero el círculo se cerró por fin cuando aparecieron las dos piecitas que me faltaban: mi entrenador y mi manager» .

Iván Pedroso , legendario saltador longitud, es desde entonces su preparador. « Si algo quiero es disfrutar de mi deporte y ser la mejor o al menos intentarlo . Me ha contagiado eso, me incentiva, me genera confianza y hace un trabajo psicológico importantísimo. Y siento que me lo da todo, de modo que yo respondo de igual manera sin dudar lo más mínimo» , subraya Ruth.

El pasado julio se lesionó en Madrid durante un entrenamiento . Por delante, de siete a ocho meses para regresar a la competición: «No me han dejado que me hunda . He sentido quién me quiere de verdad. Que mi familia, mis amigas, mi novio, mi suegra, mi entrenador y mi manager -Alberto Suárez- se preocupaban y estaban de verdad. Sé que volveré más fuerte psicológicamente y con ganas de hacer mi deporte . Lo primero es recuperarme al ciento por ciento y luego ir a por la mínima para los Juegos de Río. Confío en mi entrenador, en mi manager, en mí, en nuestras posibilidades . Por tanto, vamos a intentarlo».

Ruth sonríe a su deporte. Quiere volar. Agradece al atletismo lo «muchísimo» que le ha dado y «el aprendizaje de mí misma» que ha podido desarrollar. ¿Cuál quiere que sea su huella? «Quiero aportar lo que amo a este deporte. Hay que saber y querer vivirlo» .

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