DEPORTE FEMENINO
Elisa Aguilar: Constante competitividad
Elisa Aguilar, una leyenda del baloncesto nacional, prepara ya fuera de las pistas una de las pruebas extremas como la Titan Desert
Coronada en el baloncesto, con una de las mejores cartas de presentación en ese deporte que es «mi vida y que me lo ha dado todo», escrutando ahora lo que sucede en las pistas con su labor en el proyecto «Universo Mujer», de la Federación Española (FEB), el próximo reto poco o nada tiene que ver con el basket, más bien con las bicicletas, con las pruebas extremas, con el recorrer cinco etapas de cien kilómetros cada una por el desierto en la próxima edición de la Titan Desert. Elisa Aguilar López (Madrid, 15/9/1976), una de las mejores jugadoras del baloncesto femenino, entiende esta prueba como «un reto, una experiencia más, una oportunidad en la vida, que quizás si Samuel Trives -ex jugador internacional de balonmano- no me hubiese contactado pues no se me hubiese ocurrido. La veo ilusionada, aunque un poco acongojada. Pero es importante, más allá de la cuestión personal, el mensaje transversal que llevamos representando a la Fundación Summae Dream, que ayuda a personas que padecen algún tipo de enfermedad congénita, neonatal o adquirida en los primeros años de vida».
Elisa, afincada en Valencia, que bien conoce tras su etapa de ocho temporadas en el Ros Casares, desde que se retiró del baloncesto con 36 años, siendo una amante irreductible del deporte, reconoce que «salgo a correr habitualmente y hago trece o catorce kilómetros, pero lo de la bici es otra cosa. Como mucho hacía paseos mañaneros de domingo por la huerta, pero desde que me enrolé en lo de la Titan estoy descubriendo una actividad que me engancha».
La que fuese capitana de la laureada selección nacional de basket acude a la prueba extrema por el desierto con el ex futbolista Roberto Solozábal, la triatleta María Pujol y el propio Trives, que «ya ha participado en tres ocasiones». Aguilar se prepara con el equipo de triatlón de Godella, de Sergio el «Roitx». Cuenta respecto a su preparación que «al principio fue bastante duro, porque me tuve que acostumbrar a la bicicleta y a hacer muchos kilómetros, padeciendo sobre todo de dolor en el trasero. Mucha carretera, que me da bastante respeto y me genera tensión por los coches. El caso era y es acumular muchos kilómetros». La baloncestista concreta que «ellos me pasan planes de trabajo, estadísticas, me recomiendan productos, me aconsejan, están muy encima e iré con una de sus bicicletas».
Una pasión pura
Lo dicho, una experiencia única, pero para la que seguramente afrontará con mucho de lo que el baloncesto le ha aportado: «Me ha dado un estilo de vida. Como cualquier deporte te da valores como el sacrificio, la disciplina, la capacidad de superación o la exigencia».
Elisa es futbolera. Toda su familia. Son del Atlético -«y eso también te da capacidad de sufrimiento»-. Empezó en el deporte, en el colegio Amorós, dando patadas a un balón. Pero con el tiempo, su madre, visto eso de darse patadas con los chicos, le recomendó que eligiese otro deporte. El baloncesto le abrió las puertas con nueve años. «Empecé con las chicas de mi clase. Lo pasábamos bien. Ganábamos más partidos que perdíamos. De repente empiezas a despuntar, te viene un equipo que te quiere fichar -con 16 años se incorporó al Canoe, con el que todo arrancó y debutó en Primera- y cuando te das cuenta tienes 36 años y te retiras», recuerda.
Ese buceo veloz por lo hecho, en realidad, tiene muchísima sustancia tanto por clubes como con España: «Todo te reporta cosas buenas y cosas malas. Para mí la Selección ha sido el equipo de mi vida, de mi corazón, del que esperaba cada verano que me llamase para ir». Aguilar -222 veces internacional- participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008, sumó un bronce mundial, otros tres continentales, aderezados con una plata y el oro de Francia 2013, además de un exitoso historial por clubes.
Del Canoe se marchó en 1997 a la Universidad George Washington, donde compaginó la liga universitaria con completar sus estudios de Económicas. Regresó luego a España con periplos en Salamanca y Canarias. En verano de 2002, jugó con Utah Starzz en la WNBA. De ese año a 2010, se coronó y disfrutó grandes éxitos con el Ros Casares -«fue un golpe muy duro cuando desapareció. Yo ya no estaba, pero me dolió; sentía al Ros como mío»-. Decidió dejar el baloncesto, «porque estaba ya cansada y por honestidad, aunque tenía la oportunidad de contrato en Polonia, conmigo misma y mi deporte», en Rivas y tras ganar el Europeo.
Universo Mujer
«Cuando lo dejas no es fácil. Fue en ese momento de reflexión posterior en el que te das cuenta de lo conseguido», explica Aguilar. Trabaja ahora con la FEB en «Universo Mujer» con una misión importante sobre todo cuando el recorrido en la pista acaba: «Es un proyecto ambicioso que trata de incidir en la formación para cuando se acaba la carrera, se dan charlas, conferencias, acciones sociales, escuelas de padres. Un objetivo era conseguir el Mundial femenino de 2018 y se ha conseguido».
Elisa espera haber dejado como legado en su deporte «mi granito de arena para que el baloncesto femenino esté un poquito más alto que cuando empecé. Los títulos o las medallas están ahí, pero me interesa que el nivel de sacrificio y esfuerzo que haya podido tener haya repercutido en mis compañeras».
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