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necrópolis perdida

Una vasija expoliada conduce a los expertos a la tumba del «Aquiles» ibero

La incautación en Alicante de un vaso del siglo II a.C. pone a los arqueólogos sobre la pista de una necrópolis desconocida

Una vasija expoliada conduce a los expertos a la tumba del «Aquiles» ibero abc

marta moreira

Las primeras investigaciones llevadas a cabo por los expertos en Patrimonio del Gobierno valenciano parecen confirmar que la vasija ibera incautada por la Guardia Civil en diciembre a un anticuario de El Campello (Alicante) pertenece a una necrópolis emplazada en las inmediaciones de la ciudad de Alcoy todavía desconocida para los expertos. La pieza, datada en torno al 250-150 a. C. -periodo coincidente con la Segunda Guerra Púnica-, se considera uno de los descubrimientos más importantes de la década, equivalente, en tanto el grado de conocimiento que puede aportar sobre los iberos, al de la propia Dama de Elche.

Los expertos confían en que las pesquisas abiertas por la Fiscalía en colaboración con los técnicos de la Generalitat Valenciana permitirán hallar este yacimiento en el plazo de unos seis meses. El enorme valor iconográfico de la vasija recuperada lleva a pensar que esta necrópolis encierra claves esenciales para seguir componiendo el puzle de la civilización ibera.

El territorio que hoy ocupa la Comunidad Valenciana concentró en su día numerosos asentamientos iberos. Los más importantes han sido excavados y estudiados. Sin embargo, las necrópolis y los santuarios, situados normalmente en un radio de 50 kilómetros de su población de referencia -mucho más lejos de donde las construían los romanos-, son más difíciles de encontrar. El testimonio del anticuario, detenido por un delito contra el patrimonio histórico y otro de receptación, será esencial para rastrear el camino que siguió la vasija en el mercado negro y para localizar el punto geográfico exacto del que fue extraída.

Durante años se han catalogado cientos de piezas cerámicas y ornamentales pertenecientes a esta civilización, pero la vasija incautada en El Campello es un caso «excepcional».

Su valor reside principalmente en la simbología de sus dibujos y en el hecho de que se conserve entera. La iconografía remite a una batida de caza en la que un miembro de la nobleza ibera (probablemente un príncipe), ataviado con la característica espada falcata, se enfrenta a un jabalí con la ayuda de otros dos guerreros y un perro. Los expertos creen que este vaso fue encargado por la familia aristocrática para conmemorar el paso de su hijo de la adolescencia a la madurez, y que en última instancia fue utilizado como urna funeraria.

Este tipo de ritual de lucha del hombre contra las fuerzas de la naturaleza recuerda al los de los espartanos (aunque ellos utilizaban la figura del lobo), lo que permite lanzar puentes entre las epopeyas militares de las culturas mediterráneas de Oriente y Occidente.

Un precedente

José Luis Simón, técnico de Patrimonio Arqueológico de Alicante, va más allá: «Como no podemos conocer la cultura ibera a través de su escritura, porque no hemos podido descifrarla, para nosotros este descubrimiento es como escribir un capítulo de la Iliada. Si Homero hablaba de las gestas de Aquiles y Héctor, la cultura ibera tenía sus propios héroes, aunque no sepamos sus nombres».

Otra de las hipótesis que manejan los arqueólogos es que el príncipe al que hace referencia la vasija procediera de la sierra de Alcoy, ya que la iconografía es muy parecida a la del Vaso de los Guerreros extraída del yacimiento de La Serreta, situado en los alrededores del municipio próximo de Cocentaina.

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