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el oasis catalán

Foráneos

Con frecuencia, el narcisismo de las pequeñas diferencias y el afán extremo por marcar perfil frente al Otro, suele acarrear su cuota de ridículo

miquel porta perales

La semana pasada, Francesc Homs, consejero de Presidencia de la Generalitat, presentó la Ley de Gobiernos Locales de Cataluña con las siguientes palabras: “No toleraremos la imposición de un modelo foráneo”. Con toda seguridad, el consejero se refería al proyecto de Ley de Racionalización y Sostenibilidad Local que el ministro Cristóbal Montoro había anunciado justo cuatro días antes. Para el Govern, una ley que provenga del estado es “foránea”. Es decir, “forastera”, “extranjera”, “ajena”, “extraña”. Por eso, el Govern impulsa una ley “propia”. O sea, “nuestra”. “De aquí”, como suele decirse. Otra estructura de Estado propio, cabe suponer.

En diversos aspectos –fusión voluntaria de municipios, mancomunar servicios, limitar empresas públicas, evitar duplicidades o contención salarial o reducción de cargos-, la ley del Gobierno y la del Govern son parecidas y persiguen un mismo fin. En otros aspectos –vaciar de competencias las Diputaciones, creación de nuevos organismos o supresión selectiva de Consejos Comarcales-, difieren. Lo que sorprende es la rapidez con que el Govern reacciona y la carga ideológica de la respuesta. Aunque, en realidad, nada de eso sorprende. ¿O es que el nacionalismo catalán no se distingue por la obsesión –creciente en estos días- de separarse del Otro a cualquier precio? Aunque, ese Otro –España, por supuesto- sea lo más parecido –lo mismo- al Nosotros.

Con frecuencia, el narcisismo de las pequeñas diferencias y el afán extremo por marcar perfil frente al Otro, suele acarrear su cuota de ridículo. Algo de ello hay en el asunto que nos ocupa, si tenemos en cuenta que la reforma impulsada por el Estado sigue –rebajadas- las recomendaciones de la Unión Europea. Recomendaciones que, por cierto, han seguido Estados como Italia, Grecia, Portugal, Gran Bretaña, Holanda, Alemania, Suecia y Dinamarca. Pero, ¿no nos habían dicho que el soberanismo catalán era la quintaesencia personificada del europeísmo? Veamos. En esta historia, ¿quiénes son los foráneos?

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