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la nada nadea

Después de las cancioncillas

A estas alturas del delirio, el nacionalismo catalán ya no es capaz de exhibir, siquiera anecdóticamente, algún rasgo de moderación como los que en otras épocas coexistieron con planteamientos más esencialistas

juan carlos girauta

ENTRE los muchos males que el nacionalismo ocasiona a individuos y sociedades, deploro en especial el señalamiento del discrepante, y no porque tantas veces me haya tocado a mí, sino porque tal práctica combina un activo envilecimiento moral con un pasivo embotamiento intelectual: si linchar es innoble, evitar argumentos molestos es idiota. A estas alturas del delirio, el nacionalismo catalán ya no es capaz de exhibir, siquiera anecdóticamente, algún rasgo de moderación como los que en otras épocas coexistieron con planteamientos más esencialistas. El señor Duran debería ser consciente de este cambio si no desea seguir vacilando entre declaraciones de españolidad y apoyo efectivo a la agenda secesionista de su socio, temeraria como corresponde a un poseído por la diosa Ate.

Algunos vimos venir a Convergència desde el primer momento, en el ochenta. No presumo de nada; la lucidez es muchas veces una condena. Como la mayoría de mis conciudadanos, y por supuesto de mi entorno social, debí ignorar lo que estaba sucediendo, mirar hacia otro lado, no chocar con los tenderos neorrománticos que tomaban el poder social desde el poder político. Pero no soy tan listo, no sé callarme a tiempo. Luego todo esto ha acabado convirtiéndose en algo personal, apartándome de dedicaciones más elevadas y placenteras. ¿Cuánto tiempo no me habrá robado la tropa reduccionista, gris, racista, barata y roma? Están en deuda conmigo. Vaya si lo están.

Siempre hay que tomar en serio las amenazas. Cualquier persona leída sabe lo que sucede cuando se mezclan crisis económica aguda, erección de un «otro» odioso y culpable de todo, agitación y propaganda oficiales y fijación de enemigos internos desde el poder. Rezaba un tuit de CiU hace tres días: «La animadversión hacia el derecho a decidir de sectores españoles (...) no puede salir gratis». Cuando quien gobierna te amenaza, se suspende el contrato social, se bloquea la civilización y regresa la lucha por la supervivencia en estado de naturaleza.

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