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la nada nadea

Penúltima ocurrencia de Mas

Artur Mas es un caso claro de sordera social, handicap terrible dado su cargo, dada su precaria sujeción a él y, sobre todo, dados los elementos que están a punto de desatar la tormenta perfecta

juan carlos girauta

DEL mismo modo que existe una sordera emocional, que otros llaman falta de empatía, hay una sordera social. A los altos responsables políticos les afecta la primera con mayor incidencia que al resto de la población, según recientes estudios. Debe ir con la profesión la capacidad para aislarse de concretos problemas ajenos. Del mismo modo, el político de verdad (descuento diputados de a pie, gentes de diputaciones y demás guarnición) debe poseer un agudo sentido de los problemas genéricos, de lo social, un «oído» especial que le permita anticiparse en la formulación de las preocupaciones de la sociedad y en el efecto de las distintas medidas posibles de solución.

Artur Mas es un caso claro de sordera social, handicap terrible dado su cargo, dada su precaria sujeción a él y, sobre todo, dados los elementos que están a punto de desatar la tormenta perfecta. El president sólo oye los gritos muy fuertes, como el de la última Diada, y mientras se impresiona y hasta se trastorna con el berrido, olvida que es a él y a su partido, a sus medios públicos y a sus medios subvencionados, a quien se debe la brutal amplificación de las consignas y la grosera multiplicación de las cifras. Ahora vuelve a mal entender lo que se cuece, no ya en la percepción de las voces del pueblo, hernandiano concepto, sino en la anticipación de las reacción sociales a sus propuestas de solución.

Es el caso de la pintoresca cumbre anticorrupción. Aunque se hubiera organizado con las mejores intenciones, constituye un error de bulto, al abundar en un mal perfectamente detectado por los generadores de opinión y ampliamente asimilado por sus lectores, espectadores y oyentes: la falta de una división de poderes real, la sensación de conchabe en el poder, el «todos son iguales». No es extraña la incomodidad con que el presidente del TSJC acudió a la desafortunada escenificación. El montaje teatral comunicó lo contrario de lo que se proponía.

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