Santa Teresa: el camino de su perfección

Cinco siglos han pasado desde que viniera a habitar entre nosotros. Quinientos años desde que ella, al final de sus esmeradas industrias, de sus colosales esfuerzos físicos, humanos y religiosos, se encontrara por fin con su altísimo Amado. Cinco centurias en las que su nombre y su obra han corrido de boca en boca, donde sus palabras han servido de socorro para el abono lírico de poetas y escritores de las cuatro esquinas del mundo.

A la santa, su vida y su obra se dedica la exposición «La prueba de mi verdad», que ayer inauguraron en la sede de la Biblioteca Nacional, en Madrid, por los Reyes de España. Sus Majestades Felipe VI y Letizia estuvieron acompañados por distintos representantes del Gobierno entre los que se encontraba la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert; o el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle. Junto a ellos estuvo también el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, la prestigiosa científica española Margarita Salas, o la directora de la Biblioteca Nacional, espacio que acoge la muestra formada por 110 piezas entre libros, pinturas, grabados y esculturas, Ana Santos Aramburo. Una exposición, que estará abierta hasta el 31 de mayo, organizada por la propia Biblioteca, Acción Cultural Española y la entidad del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, cuyos comisarios son la profesora y especialista en Siglo de Oro Rosa Navarro Durán y el fraile carmelita descalzo Juan Dobado Fernández.

«La prueba de mi verdad» está compuesta por un centenar de piezas, entre libros (como varios autógrafos de la santa), pinturas, grabados y esculturas de, entre otros, Durero, Zurbarán, Rubens y Alonso Cano. «Esta exposición está hecha a partir del Libro de la vida, de Santa Teresa, y de todos los datos que nos da en su escritura sobre su condición de mujer lectora y escritora en el siglo XVI. Ella misma, a partir de la observación de la Naturaleza y de un autoanálisis del alma, y con una capacidad expresiva intensa, da tales imágenes y alegorías, que luego los pintores no han tenido más que plasmar en sus lienzos», destacaba ayer la comisaria, Rosa Navarro.

Dobado, por su parte, indicó que «en tiempos difíciles como los nuestros, o recios, como ella escribía, ella supo poner coraje, energía y seguir adelante con su propia obra para no dejarse vencer». También remarcó la presencia en la exposición de veintidós conventos que han prestado obras que se exponen por primera vez en público, como el cuadro que Santa Teresa regaló a Toledo. Para Rosa Navarro, Santa Teresa de Jesús era «una mujer especial y única. Tenía una energía, una inteligencia, una capacidad de observación, un tesón... extraordinarios. Y el hecho de que la Iglesia la reconociera como santa tan tempranamente, la ha convertido en un objeto de culto en todo el mundo. Su popularidad es inmensa».

Muchos creen que su obra, si bien es de una calidad indiscutible, no es suficientemente conocida en España, donde aseguran se la lee poco. «Es cierto -subraya la comisaria de la muestra-. Los que están fuera de la Iglesia creen que su mérito es ser santa, sin darse cuenta de que es una escritora única. Su Libro de la vida es la primera autobiografía real en lengua vulgar».

En una época en la que todo estaba bajo la hégira de los hombres, desde luego imposible destacar el valor de la santa que, además, como cuenta Navarro, tenía el hándicap de que no formaba parte de la nobleza, su padre era un mercader y su abuelo judío... Ella era consciente plenamente de que, según las normas de la sociedad, no tenía «honra», pero le importaba muy poco. No fue a la universidad, pero leía constantemente, era autodidacta. Igualmente fue, explica la catedrática, «alguien de una valentía inusitada».