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música

Adiós a un clásico entre los niños

La despedida de La Carraca, tras casi 34 años, da paso a nuevos proyectos musicales de sus integrantes, ahora para públicos diversos

Adiós a un clásico entre los niños

m. burón

Todo empezó en un encuentro de música tradicional para niños en el que participaron, entre otros, unos adolescentes llamados Jesús Cifuentes y Carlos Soto (Celtas Cortos) o la pequeña Vanesa Muela. Los chavales debían cantar o tocar canciones infantiles, pero solo se sabían temas de adultos, de Candeal, del Mester… «Aquí falla algo», concluyeron algunos de los organizadores. Detectada la carencia, decidieron crear un grupo para cultivar esa música que su público natural no conocía. En marzo de 1981 nacía en Valladolid La Carraca. «Y funcionó», dice uno de los históricos de la formación, Jaime Lafuente. La prueba está en los casi 34 años de una trayectoria que acaba de escribir su punto final, y en el aplauso de varias generaciones: «Los niños que iban a los conciertos cuando empezamos han ido también con sus hijos, y los padres que llevaban a sus hijos entonces han llevado después a sus nietos».

En aquellos primeros conciertos se divertían más los padres que los hijos y por eso nacieron los tres personajes que han dado vida a La Carraca durante más de 30 años. De algún baúl salieron la bata del Chino (Eugenio Manzano) y un estrafalario atuendo para el Primo (Jaime Lafuente); Arturo, que venía del mundo del teatro, eligió convertirse en Arlequín. El maquillaje y las ganas de conectar con el público menudo hicieron el resto. «Fue salir al escenario con esas pintas y ganarnos a los niños», recuerda Lafuente.

Antes de cumplir cuatro años se publicó el primero de sus siete trabajos, El cuento de la carraca, un debut discográfico bendecido con el Premio Nacional a la mejor grabación infantil, concedido por el Ministerio de Cultura. Fue la última edición del galardón, por lo que los seis discos restantes (Las historias del abuelo Milcuentos, A la una, a las dos y a las tres, El cuarto de los juegos, Quinto, quinto gorgorito, Peroquésexto y 25 años en directo) ya no pudieron optar a ese aval. Lafuente sospecha que, dada la escasa producción que existe dentro del género, hubiesen recibido en más ocasiones ese reconocimiento. El que sí se ganaron fue el del público. El mapa de actuaciones en el ámbito nacional está compuesto por más de doscientos pueblos y ciudades. En gran parte de las plazas repitieron, y no son pocos los casos en los que ofrecieron más de cinco y hasta más de diez conciertos.

Mientras, fue creciendo un cuidado repertorio que se alimentaba de las canciones que los propios músicos conocían de cuando eran niños o de otras rescatadas de otros países. Los integrantes del grupo no se pusieron fronteras, lo mismo adaptaban una canción rusa que creaban un tema propio o reescribían una letra o una música. «En esto hemos sido unas malas personas, hemos jugado con la tradición como hemos querido», bromea Jaime Lafuente.

Con La Carraca también cesó en su actividad su «hermana» Trádere, formación de música tradicional para adultos. Ahora toca seguir con nuevos planes y los componentes del grupo tienen más de uno, compartidos, por libre o con aliados distintos. Eugenio sigue en La Fanega, de vuelta a los escenarios, y con Dúlsica. Alberto Requejo, Chuchi Marcos y Jaime Lafuente continúan con la fusión de folk y jazz de Caracol Andador. Lafuente sigue con la picaresca tradicional, a dúo con Jesús Ronda; y con el bajista Chuchi Marcos prepara otro nuevo proyecto... El Chico que ha cantado más de 33 años en La Carraca no renuncia a su público preferido: El 21 de marzo, en los Conciertos de la Estufa de Portillo, se presentará en solitario ante los chavales, sin disfraz, con «canciones animadas» y nuevas.

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