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corazón de león

Leonesismo

vicente ángel pérez

Tiene su aquél (por no decir guasa) que mientras los ciudadanos de la UE, españoles incluidos, están convocados a unas elecciones en las que votarán a sus representantes en el Parlamento Europeo, el felino durmiente despierte de su larga siesta con las campanadas «leonesistas» que, desde sus herrumbrados campanarios, convocan al personal para entonar de nuevo aquello de «León solo» o «León sin Castilla es una maravilla». Por estas tierras parece que en los últimos meses el felino durmiente se está desperezando de su eterna siesta y, por ejemplo, se acaba de enterar que desde hace décadas la provincia no tiene tren… ni tranvía; eso sí, un aeropuerto muerto que no hay leonesista que lo denuncie, o que la crisis de la minería viene desde principios del siglo, o que la quiebra de Antibióticos no es cosa de ayer, sino de antaño. Y así… Este León leonesista viene ahora a recordar que hace treinta años, cuando lo de las Autonomías, en las calles de la capital hubo un clamor a favor de «León solo» y que tal reivindicación sigue viva en el corazón de los leoneses.

Pues, treinta años después, en plena campaña electoral en Europa, con el ridículo desafío catalanista que se desploma, con tantos «ismos» que surgen de cavernas o rencores y son despreciados por la mayoría de los ciudadanos, vienen los llamados «leonesistas», o sea, quienes se creen más leoneses que la Catedral, a despertar a León con sus oxidadas campanas, que no se sabe bien si repican o doblan, pues por no saber, ni saben si lo que su tañido convoca es a una manifestación contra Valladolid, o a la conquista de un León autonómico y solitario, o a un Reino de León con Zamora y Salamanca, o a un País Leonés…

Se puede estar de acuerdo en que la Comunidad de Castilla y León fue un engendro autonómico al que, por suerte, la «y» la salvó de la monstruosidad. Unir a León con Soria, por ejemplo, todavía es poco digerible. Pero treinta años después, ni Salamanca ni Zamora van a estar dispuestas a abandonar Castilla y León para unirse al Reino leonés. Si el felino durmiente ha despertado para esto, mejor que siguiera sumido en su siesta de décadas. León necesita de leoneses y no de leonesistas cuya trayectoria a lo largo de estos años ha sido la de dormir la siesta con la mano tendida al cazo de la política.

Este leonesismo que, en su obcecación, es capaz de tildar de «antileonés» a quien dude del Santo Grial supuestamente encontrado en la basílica de San Isidoro o a quien critique a la Cultural y Deportiva Leonesa, es el que ahora despierta a León. Justo ahora, cuando en Europa los españoles, leoneses incluidos, votan por su futuro. Hay «ismos» admirables e «ismos» como «aldeanismos». Y el «leonesismo» es un «ismo» que emborrona el «leonés» y al leonés.

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