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educación

Expresión oral: asignatura pendiente

A hablar en público se aprende. Los docentes insisten en que hay que mejorar

Expresión oral: asignatura pendiente heras

cristina rosado

Nunca se ha preocupado tanto la sociedad como ahora por cuidar el aspecto personal y no contamos tanto con esa otra parte del aspecto personal que es la capacidad de expresarse bien, por lo que nos encontramos con personas que tienen un buen aspecto físico y luego es horroroso comprobar cómo, cuando hablan, son incapaces de hacerlo bien». Estas palabras corresponden a Rosario Ibañes, jefa del Departamento de Lengua del IES Núñez de Arce de Valladolid, que reflexiona sobre una de las preocupaciones que parece haberse hecho un hueco en la sociedad y en los responsables educativos de Castilla y León: las carencias que parecen darse en la capacidad de los españoles para articular un discurso bien hecho, para expresarse correctamente de forma verbal en público; unas carencias que en algunos casos de políticos españoles han llevado al sonrojo.

Los expertos universitarios y de enseñanzas medias consultados por ABC para este reportaje coinciden en el déficit que se está produciendo en la capacidad de expresión oral de los más jóvenes. Lo observan día a día en sus clases, desde la Secundaria hasta la Universidad. Así, Rosario Ibañes pregunta a sus alumnos de 2º de Bachillerato por esta cuestión y son conscientes del problema porque le responden «rotundamente que sí. Es algo que no sucede en Iberoamérica pero sí se da, en general, en España; hay un menosprecio generalizado por la expresión correcta, incluso en gente que ha tenido todos los medios a su alcance y es un profesional reputado en su campo de trabajo».

Recientemente, la Consejería de Educación publicaba una Resolución con recomendaciones pedagógicas orientadas a la Educación Primaria y enfocadas a la mejora de la expresión escrita, pero también oral, de los alumnos de esta etapa educativa. Dictados semanales y exámenes orales vuelven a tener cabida en las clases de Primaria en un intento de conseguir paliar estas carencias que ya se han detectado.

En este sentido, Nieves Medizábal, profesora de Lingüística General de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid, comenta que «es cierto que hay un nivel bajo en el ámbito universitario y, salvo excepciones, normalmente nos encontramos con alumnos que no saben exponer una idea de forma clara, precisa, concisa y correcta», un hecho que tiene una trascendencia notable para su futuro académico ya que «ahora, con los grados y el sistema de Bolonia, se exige exponer trabajos en clase y hay unas carencias muy grandes en expresión oral que les van a dificultar alcanzar unos objetivos académicos o cuando tengan que salir al mercado de trabajo, porque no saben defender ideas en una empresa o responder a preguntas en una entrevista de trabajo».

Josefa Cantó Llorca, experta en oratoria y profesora de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, afirma que «los alumnos tienen bastantes dificultades» en este terreno «y a hablar en público se aprende con trabajo», pero determina que «no es un problema sólo de la educación básica». Recuerda que se han dejado de hacer cosas como la exposición de trabajos, redacciones y los estudiantes no leen tanto, lo que les lleva a tener una carencia notable de vocabulario. «Hay que estar animándoles continuamente a consultar el diccionario», por lo que considera positivo ese primer paso dado para Primaria, aunque apostilla que «es más dificultoso porque los niños hoy tienen otros estímulos y la mayoría lee poco».

También incide, como Ibañes, en que cuando pregunta a sus alumnos sobre esta cuestión, «para ellos, utilizar un lenguaje más rico es sinónimo de ser una persona estirada, por lo que hay que decirles que hay determinados contextos en que no pueden utilizar la jerga que usan con sus amigos o compañeros, como en una entrevista de trabajo».

Para esta experta en oratoria, que organiza seminarios para que los alumnos expongan trabajos en clase, «luchamos contra la tendencia de los alumnos para no destacar por su forma de expresarse, para que no se les tache de “frikis”» y que «leer un libro y redactar lleva más tiempo que recurrir a Internet; estamos acostumbrados a lo inmediato».

Así, considera que el lenguaje que se usa en las redes sociales ha puesto su granito de arena para contribuir a esta situación porque «el lenguaje de los móviles, aparte de no respetar la ortografía, es muy básico, sin frases largas, y el ambiente es tendente a esto». A su juicio, «no se trata de denigrar las nuevas tecnologías, sino de adaptarnos a ellas» y trabajar con los alumnos desde niños «para que vayan bien dirigidos» a fuentes en la red que son fiables y que contribuyen a su crecimiento intelectual.

Lenguaje y pensamiento

«Nunca se dedica suficiente tiempo a conseguir que la expresión oral mejore» porque, y esta es una de las claves de la gravedad del problema, «lenguaje y pensamiento son inseparables y la capacidad de expresión está ligada a la capacidad de razonar», asegura. Si la primera cojea, no digamos lo que sucede con la segunda: «si no saben exponer cuatro ideas es que no pueden razonar», añade.

Aquí coincide con Ibañes, que sostiene que a diario, en la calle y en los medios de comunicación, especialmente en televisión, «observamos que la gente se expresa sólo con muletillas, con interjecciones a veces

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