«La innovación tecnológica en la dinámica empresarial tiene también un lado oscuro»

-Acaba de recibir el premio La Ley de manos del Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón. ¿Qué ha supuesto este galardón para usted?

-Sin duda, constituye una especial distinción en mi actividad profesional, así como un acicate en el desarrollo de mi trayectoria como investigadora. Estos premios cuentan con un gran reconocimiento debido al prestigio que les han dado tanto los miembros de los diferentes jurados como la calidad de los estudios galardonados. Son ya muchos los juristas que gracias a la convocatoria de estos premios han visto sobradamente recompensado su esfuerzo. Ahora me sumo a esta nómina de autores con expreso agradecimiento a la editorial La Ley.

-Ya había sido finalista del premio en 2007. ¿Supone una alegría aún mayor?

-Es una satisfacción que el trabajo que presenté en 2007 también mereciera el interés del jurado de aquella edición, al igual que lo ha sido haber merecido algunas otras distinciones por trabajos de investigación como la del Centro de Estudios Financieros, la del Consejo General del Poder Judicial, la de la Agencia de Protección de Datos, la del Instituto Andaluz de Administración Pública, la del Consejo Económico y Social de Castilla y León o la de la UNED.

-En el trabajo premiado explora una serie de aspectos no tan positivos sobre los avances tecnológicos aplicados al mundo laboral. ¿Cómo cree que pueden afectar?

-Sin negar las bondades que la innovación tecnológica puede incorporar a la dinámica empresarial, no cabe ocultar tampoco su lado oscuro, en cuanto a que implica un incremento de las posibilidades de control de la prestación laboral, facilitando la prueba -no siempre lícita- de posibles comportamientos irregulares del trabajador capaces de justificar la imposición de sanciones y, en los casos más extremos, el despido. Ésta es una situación particularmente preocupante en los momentos actuales de crisis, marcados por unos elevados índices de desempleo y una enorme dificultad de acceso al mercado de trabajo. Hay que buscar un equilibrio que permita salvaguardar la salud física y mental del empleado, que puede sufrir deterioros asociados al «tecno-estrés» y a la amenaza de descualificación para el puesto de trabajo por la falta de adaptación.

-Cita el término «tecno-estrés». ¿En qué consiste?

-Además del incremento del poder de control empresarial, otro efecto nocivo de la incorporación de las nuevas tecnologías en las empresas es el posible deterioro de la salud mental de los trabajadores. Ante la innovación técnica también pueden surgir otros tipos de reacción por parte de los empleados, como un rechazo total por falta de habilidad (tecnofobia), una adicción que impide la desconexión del trabajo (tecnofilia) o un agotamiento emocional (burnout) derivado de la presión, averías del sistema, virus, spam o pérdidas de ficheros. Estas situaciones psíquicas de angustia y frustración pueden provocar dolencias físicas como alteraciones gastrointestinales, dolencias cardiacas, o trastornos músculo-esqueléticos, incrementando el gasto farmacéutico y sanitario.

-¿Cómo se puede evitar?

-Para evitar estos efectos negativos, es muy importante dar participación activa a los usuarios, establecer un sistema progresivo de implantación a través de programas piloto, proporcionar la formación práctica necesaria y permitir la participación de los representantes unitarios y sindicales de los trabajadores.

-Teniendo esto en cuenta, ¿cuál diría que es la correcta relación entre la tecnología y el trabajador?

-Habría que aplicar un principio de proporcionalidad, es decir, que la introducción de la tecnología esté justificada y no se perjudique el derecho a la intimidad y la dignidad del trabajador. Además, también sería de gran utilidad que la empresa proporcione pautas concretas para la utilización de los medios electrónicos proporcionados como instrumento de trabajo, estableciendo con claridad cuándo el uso para fines privados está prohibido.